jueves, 16 de enero de 2014

POR QUÉ SOY ESCRITOR 2




Pues claro que me falta mucho. Tomo antidepresivos porque no estoy bien. No estoy bien. A la gente le digo que estoy bien pero no estoy bien, ya no voy al psicólogo y me río bastante, salgo de copas, duermo 8 horas, pero eso no significa que esté bien. Al mudarme de Barcelona a Parla dejé de ir al psicólogo. Me gastaba 80 euros semanales. Mi psicólogo se llamaba Walter Lupo. Me lo recomendaron en el centro dermatológico al que iba de vez en cuando. Walter Lupo era argentino. En total me gasté unos 1000 euros. Walter Lupo era especialista en EMDR. Yo no tenía ni idea de qué iba eso. Mira en internet, dijo, así sabrás en qué consiste. Una tarde, en su consulta, vi sobre su maletín un libro de e e cummings, y dije anda, e e cummings, y él dijo sí, me encanta la poesía, y yo dije qué bien, a mí también me gusta, y el dijo ah, y yo dije además también escribo, y él dijo eso está muy bien, y yo dije sí, y él dijo así que escritor, y yo dije sí, y él dijo pues yo toco el piano desde pequeño, y yo dije vaya, y el dijo sí, y yo dije joder, y él dijo siempre me ha gustado la música. La verdad es que al principio Walter Lupo no me caía demasiado bien, pero aquel día le cogí el punto, me abrí a él. La terapia empezó a funcionar. Walter Lupo era un buen tipo. Miré en internet para saber qué era el EMDR. Por lo visto el EMDR es ideal para gente con estrés post traumático. Leo en la wikipedia que el trauma puede ser cualquier hecho que haya tenido un efecto negativo duradero en una persona. No tiene por qué limitarse a víctimas de violaciones, atentados, supervivientes de catástrofes naturales y cosas así. Cuando alguien ve perturbada su paz de espíritu, se ve expuesto a serias consecuencias físicas y psicológicas. Por lo general las causas se encuentran en antiguas experiencias de la vida. Pues bien, esas experiencias son los traumas. Después de un montón de sesiones, El EMDR no obró ningún milagro en mi interior pero al menos me ayudó a desahogarme y a llorar un poco y a perdonar y me ayudo a retomar el contacto con una ex y a entender otros temas de mi infancia que no aparecerán en este blog pero sí en mi novela. La novela. Estoy escribiendo una novela sobre mí. Estoy sacando a la luz todos mis traumas. El caso es que como parece que estoy bien, como hay días que me despierto tranquilo y desayuno tranquilo y hay días que me acuesto la mar de feliz y me sorprendo con la blancura de las sábanas y el calor de la lámpara de la mesita de noche (aunque no tengo mesita de noche), a veces se me olvida tomar la paroxetina cuando debo. La dosis prescrita es de una pastilla cada 24 horas. Si se me olvida tomarla, no pasa nada, cuando me acuerdo me la vuelvo a tomar y listo, nunca he estado más de 36 horas sin mi dosis. Nunca, hasta la otra noche. Llevaba 48 horas sin la pastilla y yo tan ricamente haciendo mi vida normal, mi trabajo normal, mi desayuno normal, mis miradas lascivas normales en el tren de cercanías, yo no sabía que algo me faltaba pero mi cuerpo sí, ay, el cuerpo es listo y a veces habla y a mí empezó a mandarme señales. Después de cenar estaba tumbado en el sofá, leyendo, y me dije, venga, haz unos pocos abdominales, no seas gordo, pero al incorporarme me noté mareado y con dolor de cabeza, qué raro, si estaba perfectamente, y de pronto me acordé, mierda, llevo dos días sin tomar paroxetina, y mierda, ya no me quedan más pastillas, debí haber comprado una caja por la mañana en la farmacia que hay al lado de mi trabajo, pero como siempre me pasa, una vez empiezo a trabajar me olvido de todo, me olvido de mí, me olvido de pedir cita con el dermatólogo, me olvido de hacer una transferencia importante, me olvido de responder las llamadas de mis padres, apenas saco tiempo para mirar el wasap y responder con una sonrisita o un beso con un corazón diminuto, así que me olvidé de comprar la paroxetina. Me levanto del sofá, estoy mareado, me duele la cabeza, me digo, bueno, seguro que aun me queda alguna pastilla por ahí perdida, busco por todas partes, revuelvo cajones y bolsas de aseo, pero no, miro en los bolsillos de los abrigos, miro en viejas maletas, nada, antes guardaba muchos medicamentos caducados, ahora solo encuentro lexatín e ibuprofeno. Me tomo uno de cada por si acaso. Procuro olvidarme de los mareos, me tumbo en la cama y me obligo a dormir, a estas horas ya están todas las farmacias cerradas, no es plan de ir por la noche a comprar antidepresivos de urgencia como si fuera un yonqui, mejor espero a mañana, por unas horas tampoco va a pasar nada. Pero no consigo conciliar el suelo, estoy nervioso, saberme con síndrome de abstinencia o como se llame esto que tengo me pone nervioso, noto como se mueve la habitación, el dolor de cabeza me baja por el cuello, me planteo seriamente salir y buscar una farmacia de guardia, pero son la 1:30 de la madrugada, me da vergüenza, me parece exagerado salir a estas horas por unos mareillos de mierda, esperaré hasta mañana, venga, a dormir, no seas tan gilipollas. Apago la luz e intento dormir. Intento dormir. Me doy la vuelta. Intento dormir. Pienso en lo que tengo que hacer mañana en el trabajo. Intento dormir. Imagino mi maravillosa vida en el futuro. Intento dormir. Pienso que es de gilipollas pasar una mala noche y aguantar unos síntomas por el hecho de que me de vergüenza pedirle antidepresivos a un farmacéutico de guardia a las 2 de la mañana. A la mierda, me visto, cojo las llaves del coche y salgo de casa. Cuando bajo las escaleras del portal tengo la sensación de ser el protagonista de una película de esas donde se ve a un tipo al que se le va poco a poco la cabeza y todo el mundo se da cuenta de que algo falla menos él. Pero yo sí veo que algo falla. Gracias al GPS de mi Samsung Galaxy S4 localizo la única farmacia de guardia que hay en Parla. Sólo tengo que conducir 10 minutos. Cuando llego, todo está apagado, la cruz verde no tiene luz, miro el cartelito que anuncia la farmacia de guardia para esa noche y resulta que es otra. Mierda de Samsung Galaxy S4. Vuelvo a poner el GPS y llego en 3 minutos. La cruz verde de esta farmacia tiene luz, fantástico. Salgo del coche aliviado. Toco el timbre. Mientras espero me pregunto si el farmacéutico querrá venderme el antidepresivo sin receta a las 2 de la madrugada, claro que no veo por qué no, siempre he comprado paroxetina sin receta. Hola, buenas noches, quería una caja de ibuprofeno y otra de paroxetina por favor. Pido el ibuprofeno para disimular. Lo siento pero sin receta no puedo venderte la paroxetina. Joder, ya estamos. ¿Cómo que no? Pero si siempre la compro sin receta, llevo años tomando antidepresivos y nunca me han pedido receta. Pues lo siento, pero sin receta o un informe médico, no te la puedo vender. ¿Y no te vale si te traigo la caja vacía para que veas que estoy tomando esto desde hace tiempo? es que no me queda ninguna y llevo más de 48 horas sin tomar y empiezo a notar los efectos y no puedo dormir. En ese momento soy consciente de que mis palabras suenan como las de un tipo con ciertos problemillas. Me gustaría romper el cristal de un puñetazo y cagarme en su puta madre. Lo siento, pero no puedo vendértela. Pero hombre, que siempre me la han vendido sin receta. Lo siento. ¿Es por la hora? ¿es porque son las 2 de la madrugada y parezco un loco y crees que estás haciendo algo malo si me la vendes? No voy a mezclarlas con nada, simplemente tengo que tomar una, necesito una puta pastilla. Sin informe médico ni receta ya te digo que no puedo vendértela. Muy bien, pues nada, gracias de todos modos, buenas noches. Me vuelvo al coche. No sé por qué he sido amable al despedirme, supongo que mandarle a la mierda no va a lograr que cambie de opinión, pero estoy enfadado, este hijo de puta no me la vende porque no le sale de los cojones. Dentro del coche tengo que tomar una decisión, aguantar hasta el día siguiente y comprar las pastillas en la farmacia que tengo al lado del trabajo o buscar ahora mismo una farmacia de guardia en Madrid. Miro el reloj. 2:10. A la mierda, ya que estoy, voy a probar suerte. No voy a quedarme con este malestar toda la noche solo porque un gilipollas no me quiere vender lo que siempre me han vendido. El Samsung Galaxy S4 vuelve a salvarme la vida, busco en Google Maps farmacias 24 horas en Madrid. Salen pocas, elijo la más cercana, según el maps está a unos 20 minutos en coche. Pues venga. Salgo de Parla y cojo la carretera de Toledo, de ahí la M-40 y luego la Avenida de Andalucía. No puedo evitar reírme al pensar que sobre todo esto escribiré algo, esta experiencia ridícula de conducir a las 2:10 de la madrugada para ir a una farmacia de Madrid donde quieran venderme un antidepresivo sin receta porque tengo miedo de pasar la noche con mareos y dolor de cabeza no sea que los efectos secundarios vayan a más y por la mañana no pueda levantarme de la cama. Uf, mejor no pensar en eso. Conduzco con calma, respeto las señales, sólo faltaba que me detuviera la policía. Al cabo de 25 minutos llego a mi objetivo. Me he equivocado en una calle y he tenido que dar un poco más de vuelta. Pero ya estoy aquí. Me acerco a la ventanilla y toco el timbre. Cuando se acerca el farmacéutico no sé si sonreír o ponerme serio, intento parecer natural y despreocupado, al final ni una cosa ni la otra, saludo, buenas noches, quería una caja de ibuprofeno y otra de paroxetina por favor, procuro poner voz de eh, que no son para mí, que me da igual si me las vendes o no, vivo aquí al lado y me aburría y la vida sigue, sé feliz. Por favor. El farmacéutico no dice nada, se da la vuelta, consulta el ordenador, coge una caja, por favor por favor, vuelve a teclear algo, no veo que haya cogido dos cajas, yo he pedido dos cajas, una de ibuprofeno y otra de paroxetina, aunque el ibuprofeno me da igual, solo veo que lleve una caja en la mano, mierda, se acerca a la ventanilla, son 18 con 65 €, dice, saco un billete de 20 y lo dejo en el cajón, me digo a mí mismo que tranquilo, si no le quedara paroxetina ya lo habría dicho, mete el cambio en el cajón junto a una bolsa que espero contenga la caja de paroxetina. Recojo el cambio y la bolsa pero no la abro, no quiero que me note la ansiedad, le doy las buenas noches y las gracias. Hasta que no llego al coche no abro la bolsa, efectivamente, ahí están el ibuprofeno y la paroxetina, jódete farmacéutico de Parla hijo de puta. De vuelta a Parla, me planteo hacerle una visita al farmacéutico con la sana intención de demostrarle que la paroxetina se vende sin receta y llamarle gilipollas y subnormal e irme corriendo. Aparcaría en otra calle para que no pudiera tomarme la matrícula si le diera por salir. Pero uno de mis propósitos de año nuevo es pensar en positivo, no hablar mal de nadie. Insultar al farmacéutico no estaría bien. No. Definitivamente no. Lo mejor es irse a casa, tomarse la pastilla, relajarse e irse a la cama de una maldita vez, que parezco un loco con el coche a las 3 de la madrugada haciendo 40 kilómetros para comprar unas pastillas. Cuando estoy entrando en Parla, cambio de opinión, a estas horas ya da igual, además, sobre algo hay que escribir ¿no?, así que voy a ver al farmacéutico hijo de puta, dejo el coche en doble fila al doblar la esquina, llamo al timbre, el farmacéutico me reconoce, hola, hola, ¿al final tienes la receta? ¿la receta? mira la receta cabrón, mira, saco la caja de paroxetina de la bolsa y la pego contra  el cristal, mira la puta caja de paroxetina que acaban de venderme sin receta en una farmacia de Madrid, cabrón, sólo quería decirte que eres un gilipollas por no querer venderme esto, adios. Me voy corriendo sin esperar respuesta, le oigo gritar algo, imagino que está diciendo que me den por culo o algo así, pero me da igual. Al llegar a casa, por fin, me tomo la paroxetina con un poco de agua, abro el portátil y escribo esto. Son casi las 5 de la madrugada. Dentro de 3 horas tengo que irme a trabajar, pero aquí estoy. Aquí estoy. Joder. Por eso soy escritor. 

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