jueves, 10 de octubre de 2013

qué no harías nunca, dónde te gustaría vivir, a qué tienes fobia



Leo una revista de esas en las que los famosos enseñan sus casas y responden pequeños cuestionarios: dónde te gustaría vivir, qué es para ti la felicidad, si tienes diez minutos libres... 

Tenista, decorador, presentadora, empresario, piloto de Fórmula 1, actor, emprendedora, tío mayor con bodegas. A todos les preguntan lo mismo, todos quieren vivir en París, menos el tío mayor que es de Sant Sarduní d'Anoia y de ahí no se mueve. París, París, París es una mierda de ciudad, está sobrevalorada, igual que Barcelona. Todo hijo de vecino quiere vivir en París, todo español cosmopolita quiere irse a Barcelona a hacer fotos y escribir libros. París no es más especial que cualquier otra ciudad, es demasiado grande, demasiado fría, y los franceses tampoco es que sean el alma de la fiesta. 

Luego viene otra pregunta: qué no harías nunca. El tenista dice que mentir, el actor que traicionarse a si mismo y a sus ideas, la emprendedora que robar, el tío mayor que dejar a su mujer, otro que hacer daño, otro que lo mismo, otro que hacer trampas... yo aquí me meo directamente. ¿Qué no haría yo nunca? yo haría de todo y en cualquier momento, a ver, yo ya he robado, he mentido, he hecho daño, he hecho trampas, me he traicionado mil veces, he dejado, he sido un cabrón. Lo tengo todo. Por eso, cuando veo gente tan entera, tan recta, tan convencida de lo que no, de lo que nunca, jamás, así me ahorquen, me hace sentir bastante bien. Me asumo ya tal y como soy, procuro ir por el buen camino pero no me escandalizo si meto la pata hasta el fondo. Lo he hecho, lo hago, y lo seguiré haciendo hasta que me muera. Como dijo un pianista en una peli cuando le gritaron que no podía volverse atrás, que ya era tarde: yo siempre vuelvo atrás. 

Y tampoco pasa nada.

Y luego lo de las fobias, ¿a qué tienes fobia? aquí coinciden casi todos: tienen fobia a lo que no pueden controlar. Vale, qué triste, qué pena, qué vida más jodida. Vivimos rodeados de cosas incontrolables, de hecho, en realidad no controlamos una mierda, vamos en coche y nos la podemos pegar de mil formas diferentes, te tumbas en la cama y te puede dar un infarto, la casa está llena de polvo, la lavadora puede romperse, tu psicólogo se va de vacaciones justo cuando más lo necesitas. No controlamos nada, hay que aceptar que estamos aquí como un milagro, como una luz que sale de las manos, porque eso que no queremos ni nombrar le pasa siempre a otros, giramos la cara, decimos qué frío hace, pedimos nuestro café en el bar de siempre y sentimos que controlamos, que somos grandes, que nuestra casa, bendita sea, es un fiel reflejo de nuestra personalidad.

Y uno de mis sueños es ser campeón del mundo de la Fórmula 1.
Y reformar la casa. 
Eso, y reformar la casa.

No hay comentarios: