jueves, 30 de agosto de 2012

los días normales (otra vez) 3

No quiero acostarme sin decirlo. Decir nada, hacer nada. Me preguntan ¿qué planes tienes para el domingo? y no sé qué decir, nada, no tengo planes, mi plan es mantenerme vivo, mi plan es no saltar por la ventana, no distraerme demasiado. Mi plan es seguir documentándome, seguir dándole vueltas al poema. 

Madrugar, es decir, levantarme cuando todavía es de noche, preparar café, el momento del café es espectacular, el café con la música de Bach, probablemente La pasión según San Mateo, o alguna misa barroca, o Dvorak, o Fauré, o tal vez Pergolesi. La música coral a las 6 de la mañana y el olor a café es algo que refuerza las paredes celulares. Tal vez este sea el mejor momento del día, el mejor momento cotidiano de nuestra vida. Un tiempo para ti, con los vecinos en sus camas, leer las noticias, masticar unas magdalenas, asomarte al balcón con tu taza favorita en la mano y respirar, beber y respirar, conectar tu mente con ese pequeño mundo metropolitano.  Tal vez oigas algún pájaro, tal vez los servicios municipales de limpieza rieguen las calles. 

Y Dvorak, o Fauré, o tal vez Pergolesi.

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