jueves, 1 de diciembre de 2011

cosas que quiero hacer 6

Ayer echaron Amadeus en la tele, confutatis maledictis, flammis acribus addictis, Mozart en la cama, medio muerto, componiendo su misa de réquiem con ayuda de Salieri, voca me cum benedictis, oro supplex et acclinis. Antonio Salieri, gracias a wikipedia sé que estudió violín con Giuseppe Tartini y se consagró en el panorama musical de la época con la ópera L'Europa riconosciuta. Salieri es el mediocre y Mozart el genio, Salieri es gilipollas y Mozart el genio, Salieri tuvo fama, dinero, pianos y zapatos de charol, Mozart se drogaba y sudaba mientras componía lo que ahora son obras maestras y en su tiempo simplemente eran óperas resultonas, divertimentos, juegos, caprichos, pizzicatos, y polvos. Nos afligimos por Salieri y decimos, joder con Mozart, qué puto genio. ¿Cómo se pasa de Salieri a Mozart? ¿Qué hay que hacer? Si pudiera elegir, en su momento yo habría querido ser Salieri, y que le dieran por culo a Mozart. Salieri vivía mejor, era un funcionario de la música, Mozart era el genio atormentado que murió pronto, el genio que destruye, que consume, la absoluta brillantez que deja ciego y vuelve loco, que te adelgaza hasta casi desaparecer para que solamente quede la obra, la creación que es el hágase la luz, cor contritum quasi cinis, gere curam mei finis. Sin embargo ahora solamente escucho a Mozart, de Salieri no he oído nada, Mozart escribió en el siglo XVIII una misa universal y atemporal, la misa perfecta para preparar el desayuno de los sábados, Mozart medio muerto en la cama y yo con el tazón de cereales 250 años después, Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, dona eis requiem sempiternam. El desayuno de los sábados y el periódico de los domingos. No hay nada en el mundo que me apetezca más hacer. Hosanna in excelsis.

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