Llegar a casa a las 2:30 de la madrugada y encontrar a mi gata que viene a recibirme nada más abrir la puerta, cogerla como si fuera un bebé, mecerla. Ver un partido de baloncesto en Linares con dos amigos y compañeros del master. Un yogur de limón, una tarrina de helado. Leer en la cocina LOS CACHORROS mientras mi madre prepara la comida.
Ver los dibujos de mi sobrino Hugo. Apreciar en ellos la magia de la libertad, el dibujo sin límites, la creación pura. Hay más poesía en ellos que en toda la Generación del 27.
Dibujar con él.
1 comentario:
Estupendo ejercicio de cotidianeidad.
Publicar un comentario