lunes, 11 de marzo de 2013

DOCUMENTO 7 (qué cojones te hace feliz)


La felicidad. Un vaso de café y leche y azúcar y una cucharilla de metal y ese calor entre las manos. 

Te juro que es absolutamente imposible concentrarse en esta casa de locos, un padre hablando a voces por teléfono, un sobrino diciéndote que juegues con él al Warcraft. Al menos la comida está bien y es saludable. Macarrones ricos, carne y patatas, paella, verduras, pan. 

¿Por qué disfruto yendo a Ikea? ¿Qué me hace menos triste cuando compro una alfombra para el baño? Evidentemente no es el acto de comprar en sí. Llenamos un espacio con el objeto, construimos una persona con mesitas auxiliares y estanterías aquí y aquí y aquí. Unas sillas para comer con los amigos, una mesa para tomar café y sentirse un hombre. ¿Por qué sabe mejor un café en mi taza de Starbucks que en un vaso barato de cristal? No sabe mejor, pero la estética lo es todo. La precisión de unas braguitas de encaje, un libro bien encuadernado, un pezón bonito. Lo que es bello nos alegra porque es bello. La madera sin tratar tiene algo que nos gusta, que nos hace sentir salvajes, naturales, desnudos. No me gusta andar desnudo en casa porque puedo infectar mi cuerpo con bacterias, necesito ropa, necesito una silla azul para escribir. El hecho de ir a Zara e imaginarme así vestido, con ese pantalón y esa chaqueta, renueva el mundo.

No es por tener más cosas, la sonrisa viene de saber que estarás guapo. Estar guapo y limpio es la base de la felicidad. Te imaginas esta noche pidiendo un vodka y te ves desde el otro lado del local, con tus vaqueros, tus Adidas, con esa camiseta que te sienta bien y aceptas a ese hombre, esa imagen de ti que bebe alcohol y que disfruta. Podrías salir en las revistas, podrías ser alguien especial. Luego te pruebas la ropa y no es lo mismo, estás gordo, eres feo, tus dientes no son blancos, tienes caspa, tu piel tiene manchitas y vasos capilares. A tu corazón le falta ritmo.

La felicidad es la expectativa de la felicidad.

Un dvd que acaba de salir y no puedes no comprar cuando lo ves en la fnac, siempre has deseado ver esa peli, te han hablado bien, es esa película perfecta que alguien ha rodado para ti, quieres que llueva, quieres que tu manta de Ikea te abrigue y que las palomitas tengan el punto justo de sal. También quieres que te besen. Compras la película y sientes que la felicidad está muy cerca. En tu sofá Kivik caben perfectamente 2 personas. 

No me hace feliz el momento que debería hacerme feliz, es justo antes, disfruto viendo ese plato de lentejas, la cuchara que encaja en mi mano como un guante, el alimento que va a desaparecer dentro de poco. Gracias mamá. Sentarme en un jardín con mi cerveza es lo que llevo deseando toda la semana, la emoción desaparece al primer trago, al segundo trago hablas un poco y ya. Ese momento tampoco ha sido para tanto, lo necesitabas, sí, te viene bien, sí, pero ahora quieres ir al gimnasio y nadar en la piscina, el agua calentita sí que relaja. Dentro del agua piensas que estás dentro del agua y que debes sonreír, a todo el mundo le gusta nadar, tus músculos se mueven, tu cuerpo es libre, estar en la piscina es algo que intentas valorar porque estás vivo, pero en realidad te aburre un poco, no hay emoción, preferirías que hubiera un trampolín y beber vodka. Procuras disfrutar conscientemente, respiras, imaginas ese cuerpo alucinante de los que nadan en la tele y luego en casa dices que qué guay, que nadar es genial, y buscas esa peli que has comprado. 

Creo que alguna vez me ha hecho feliz dar un abrazo, puede ser, aunque generalmente lo que me hace feliz no me suele hacer feliz, pienso que esto que hago es lo que suele hacer feliz a los demás, y me imagino feliz, me imagino disfrutando, me imagino dentro de 2 años recordando este momento y echándolo de menos, por ejemplo un buen amanecer, qué gran momento, en realidad me la suda ver amanecer, pero se supone que ver amanecer es estar vivo, se supone que hacer snowboard es disfrutar de estas vacaciones, y si no qué, cuántas locuras podemos hacer desde la cama, sudar, tomar pastillas para el sueño, dormir desnudos, algún que otro buen polvo con quien precisamente no deberíamos estar. La vida se vive cuando te salen puntitos rojos en el glande por follar sin condón, ahí está la locura, correr riesgos, ser infiel al menos una vez, mascar tabaco. El final va a ser el mismo estudies o trabajes, por muy limpio que tengas el pelo vas a palmarla igual, no intentes ser feliz a largo plazo. 

A ver, qué tiene de especial un desayuno, por qué sería importante este zumo de naranja, cual es el valor, de dónde viene esa grandeza que te hace respirar profundamente y decir sí. Únicamente somos cuerpo, pelo, un alimento, un poco de calor, somos un deseo de permanencia, queremos tumbarnos en la hierba y que se note. 

Cualquier cosa que me haga recordar que estoy aquí.
Cualquier cosa que me haga olvidar que estoy aquí. 

2 comentarios:

isabel bono dijo...

cuando compramos
no compramos objetos
compramos futuro

un futuro imaginado
un futuro
que no suele cumplirse

por eso
seguimos compranao objetos

(yo una vez compré una taza verde
te acuerdas?)

Danilo T. Brown dijo...

claro que me acuerdo
la taza verde, y el salero
van conmigo a todas partes
porque son futuro :)