miércoles, 11 de enero de 2012

benvinguts

Escribiría un poema, pero mañana madrugo así que lo dejaré para el domingo, si la resaca me lo permite. Sí, la resaca, ya doy por hecho que el sábado por la noche beberé para olvidar y conocer y beberé para vivir y pedir si us plau otra cerveza. La vida nueva comienza con una lista de cosas que me faltan y que apunto en la última página del libro Carrefour es el Anticristo, y lo apunto en ese libro y no en un folio, como homenaje al autor, porque su libro está vivo y yo vivo en él. Cosas que me faltan: 

Perchero para toallas 
Alfombrilla ducha 
Escurreplatos 
Cubertero 
Azúcar para el café 
Café Marcilla para la cafetera Nespresso 
Tostadora 
Recogedor 
Tabla de planchar 
Zapatillas 
Camisas 
Cubo de basura 
Tapones para los oídos (por el ruido de la nevera por la noche, hasta que venga el puto técnico) 
Alargador de cable de audio para los auriculares 
Sartén 
Un libro de Mestre (La visita de Safo y otros poemas para despedir a Lennon) 
Copia del contrato 

Algunas cosas ya las he hecho, o comprado, otras no. Hoy por la mañana salí en busca de unas zapatillas de deporte chulas, y acabé en Pepe Jeans comprándome una parca y dos vaqueros. La dependienta me preguntó por Gerónimo Stilton, llevo una chapa de Gerónimo Stilton en el abrigo. Todo lo bueno últimamente comienza con una pregunta sobre mi chapa de Gerónimo Stilton. Digamos que es una buena señal. Las zapatillas las compré en una tienda Adidas, vi un modelo guay, disculpe, hasta qué número tienen de este modelo, y tenían hasta el 47, me probé el 46, el 46 2/3 y el 47 y era el 47 el que me quedaba bien. Las zapatillas molan mucho, son del estilo de Agustín Fernández Mallo. Van con su carácter, van con su remake de Borges, van con su física cuántica. Cuando volvía por Paseo de Gracia cargado de bolsas empecé a reflexionar sobre el sentido de todo lo que estaba haciendo, comprando. La reflexión fue larga, a veces me despistaba mirando culos y melenas, escuchando a la gente hablar (casi nadie habla en catalán aquí para mi sorpresa) pero la conclusión a la que llegué es que no, que no tiene sentido, que me gasto una pasta en tejidos para cubrir mi cuerpo, protegerlo del frío y de la polución, del polvo, me gasto mucho dinero para que estas pieles que me cubren reflejen mi forma de ser, porque mi forma de ser necesita ser vista, si no me ven en mi ropa, desaparezco, me vuelvo gris, cuadrado como una baldosa de la Rambla. Pero no es suficiente, necesito comprar camisas, una bufanda, y otras zapatillas de deporte para no gastar demasiado las nuevas. El poema que escribiré este domingo si la resaca me lo permite, será sobre el post anterior. O no.

1 comentario:

isabel bono dijo...

tú compras cosas de colores
yo meto piedras en mi bolsillo

para pesar más
para ser más gris
para ser baldosa

no necesitas colores
"no somos sosos"
te acuerdas?