lunes, 4 de noviembre de 2013

vida simple


Hoy, antes de ir a IKEA (porque he ido a IKEA a desayunar y a mirar sillones y sofás y mesas y sillas), me he despertado pronto y me he quedado tumbado en la cama mirando por la ventana. A través de la ventana se ven las ramas de un árbol que ya casi no tiene hojas y detrás de las ramas del árbol se ve un bloque de edificios. Hace años no se veían las ramas del árbol, solo el edificio, pero el tiempo pasa, los árboles crecen, la naturaleza hace su trabajo, nosotros terminamos la universidad, el árbol chupa agua y sales minerales, su corteza engorda y se endurece, le salen nuevas ramas, le salen nuevas hojas para absorber la luz del sol, nosotros buscamos trabajo, viajamos, nos casamos, alquilamos bungalows. Miro las ramas del árbol y el edificio que hay detrás mientras estoy tumbado en mi cama e imagino que podría estar en cualquier lugar del mundo. Aunque sé que estoy en Parla, nada me obliga a creer que estoy en Parla, podría estar en una habitación de un bloque de pisos en Berlín, o en Nueva York, o en un pequeño pueblo leonés mirando las ramas de un árbol a través de una ventana en una casa de piedra. No veo otra cosa. Las ramas se mueven con el aire, el cielo es gris, mi gata dice miau de vez en cuando. A las 7 de la mañana me gusta estar despierto sin necesidad de salir corriendo a ningún sitio, solo mirar por la ventana, ver un árbol, estar vivo, oír a la gata que dice miau de vez en cuando.

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