domingo, 10 de febrero de 2013

DOCUMENTO 1. DOCUMENTAR LA VIDA.


Esto era un café tranquilo hasta que entró un grupo de turistas. Digo yo que son turistas, y si no son turistas, sí que son extranjeros escandalosos. Ya tienen una edad, llevan camisas de rayas, visten colores neutros, llevan pulseras de oro, uñas pintadas, alianzas, el pelo corto, limpio, bien peinado. Uno lleva una bufanda a cuadros muy fea. Visten como un señor mayor, como una señora que va a misa. 

Esta mañana me he despertado a las 7:00, no sé por qué, mi mente no me dejaba dormir más, he tenido sueños extraños y estaba intranquilo en la cama. Una luz en mi interior me obligó a ponerme las zapatillas de correr, pantalones cortos, jersey y sudadera y salí a correr 30 minutos, ramblas, puerto, ir y volver. He sudado. Mientras corría escuchaba la radio con el móvil, una emisora catalana, canciones con letras que no entiendo. Para mí era como escuchar canciones en inglés. Igual de moderno. 

Luego en casa, mientras me duchaba, puse la Cope, no sé por qué, me apetecía escuchar algo nuevo. De 8:30 a 9:00 dan noticias sobre la iglesia. Obispos, Arzobispos, parroquias, caridad, moral, justicia. También hablaban del Papa y de la crisis. Me gustaba oir a estos señores mientras enjabonaba mi cuerpo. Luego a las 9:00 la santa misa. Y en catalán. Escuchar esto me hacía sentir bien. Hace muchos años yo era creyente y practicante. Comulgaba los domingos, decía en el nombre del padre, del hijo y de espíritu santo, amén. Era como volver a estar en casa. El calor de Dios, la comida recién hecha. 

Quería salir de casa, volver al mundo y que me diera el aire otra vez. Me vestí, perfumé, me puse cremas y bufanda gruesa y salí a la calle con el portátil en la mochila y vine aquí, al café Federal, mi nuevo sitio favorito de Barcelona. He tardado un año en encontrarlo, y en realidad no lo he encontrado, me lo han descubierto, así que gracias B. Ahora vengo aquí siempre que puedo con mi portátil que es como venir con un amigo. Bebo té, escribo, me pongo música para no escuchar lo que dicen en las mesas. De pronto hay mucha gente. Los turistas escandalosos se han ido pero han sido reemplazados por chicas que se quitan el jersey porque hace calor y se sofocan. Chicas con botas negras. Chicas que leen la carta y sonríen. Chicas con blackberry y pulseras rojas. Chicas con manos perfectas que se tocan la barbilla y piden lo que quieren. 

He decidido obligarme a escribir todos los días. O casi todos. ¿Por qué? Hay varias razones. Las diré según me vengan. Llevo ya dos meses bloqueado, apenas escribo nada de mi nuevo proyecto, soy incapaz, me levanto temprano y lo único que hago es corregir lo que escribí hace tiempo. No sale nada, ni poema, ni prosa. Por otro lado, tampoco leo. No leo novela, nada de novela, soy incapaz, nada, no hay manera, después de 100 páginas dejo de leer, es como si ya supiera de qué va todo, no necesito seguir y a ver qué pasa. Sin embargo leo libros de autoayuda sin pestañear, libros de empresa, libros de divulgación científica, biografías, memorias, diarios. Me interesa lo que me venden como verdad, me interesa la verdad, la confesión, el pase lo que pase, me interesa el ruido de los platos al poner la mesa, el crujir del azúcar cuando lleno una cucharilla de metal. Me interesa la vida tal cual, el conflicto diario y no el nudo en la trama. Hace poco leí que un escritor con mala memoria documentaba su vida, todo, lo que leía, lo que escuchaba, lo escribía todo porque casi nunca recordaba lo que hacía, las películas, los conciertos, lo que hizo ayer, no sé. El cuaderno gris de Josep Pla, el libro del desasosiego de Pessoa. 

Chicas de negro y gafas de pasta. Chicas de melena rubia que se levantan y se besan, chicas que se hacen una coleta antes de tomar café. 

A partir de ahora volveré, como ya hice en 2010 en Alicante, a escribir cada día, lo que llamaremos documentar mi vida, lo que veo, lo que pienso, el detalle del picor, de la rojez, la bolita de pelusa debajo de la cama, la vida sin rumbo y camisetas de colores. Si hay sexo hablaré de sexo. Si hay aburrimiento hablare de aburrimiento. Al final, la clave es escribir mucho, de lo que escribo tarde o temprano siempre sale algo. Trabajar, leer, sentirse solo. Voy a documentar mi vida. Empiezo hoy. 

(evidentemente no todo lo publicaré en este blog, pues haré cosas reprobables)

1 comentario:

Clariclea dijo...

"Bienvenidos al desierto de lo real", de Slavoj Zizek. Pasé por un bloqueo más o menos parecido hace algún tiempo y me sugirió muchas cosas. Quizás a ti no, no sé. Pero bueno, si no lo conoces, ahí queda.

Un abrazo.