viernes, 7 de septiembre de 2012

DOMENICO SCARLATTI


El mundo físico que nos rodea 
se convierte en nuestro mundo emocional. 

American Elf. 



Hemos descubierto los rayos X, 
los rayos catódicos, 
el electrón, la radioactividad.
Hemos inventado el ohmio, 
el vatio, el kelvin, el julio, el amperio, el ergio. 
Hemos elaborado leyes universales como
Teoría del Campo Electromagnético de la Luz, 
Ley de Proporciones Recíprocas de Richter, 
Ley de los Gases de Charles, 
Ley de Volúmenes Combinatorios, 
Leyes de Acción de Masas. 
Si algo se puede hacer oscilar, 
acelerar, perturbar, destilar, combinar, pesar o gasificar,
ya lo hemos hecho. 
Gracias a la Sonda Anisotrópica Microondular Wilkinson 
sabemos que la edad del universo es de 13.700 millones de años, 
mes arriba o abajo. 

Pero el mundo es como es,
el mundo con cristales que no aíslan bien el ruido,
los pisos de alquiler que no nos satisfacen,
la necesidad de las farmacias para sobrevivir con entusiasmo,
la gonorrea, la hepatitis, 
esas pequeñas cosas que dan un toque de color a las cortinas.
Pasamos la fregona, estudiamos, viajamos,
revolucionamos el sector,
pisamos el mármol,
escuchamos un CD con la música de un tipo que murió en 1757
y que también pisaba el suelo descalzo algunos días
y se preguntaba qué y se preguntaba cómo
mientras componía las sonatas K 481, 386, 282 y 213.

Sabemos que un centímetro cúbico de aire
tiene 45.000 millones de millones de moléculas.

Sabemos que hay que cortarse las uñas de los pies de vez en cuando.

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