jueves, 15 de septiembre de 2011

Escritura Buonarotti

El poema está ahí, sólo tienes que quitar la realidad que sobra. No escribo poemas, escribo folios, veo la tele, bebo zumo, escucho música, le doy vueltas a la misma idea, me pongo boca arriba, escribo lo mismo varias veces, el mar, el contemplado, una y otra vez, las variaciones, construyo un bloque de piedra que es un folio, o dos, el poema está ya ahí, lo sé, tardo un tiempo en encontrarlo, pero al final sale. Así es como escribo, sin importancia, decir poema suena demasiado serio, decir poeta, musa, alejandrino, es el temor a no ser bueno, pongo una lavadora, si escribo un poema a la primera me da miedo, prefiero disimular, que viene un barbas, escribo como si no fuera conmigo, cambio de canal, veo un partido, y a veces, casi casi sin querer, empiezo a descodificar toda esa prosa, el mármol, todo lo que le sobra a eso que ya vive dentro del folio y es poema, y a veces cuento sílabas para que todo suene a limpio, lo mejor es no pensar, lo digo en serio, no intentar decir algo demasiado concreto, para eso mando un fax o escribo un post. Creo que estoy completamente inutilizado para la escultura. No sé si me he explicado bien. Poner un verso y luego otro y así del uno al doce no sé hacerlo. ¿Será esto la posmodernidad? ¿Por qué me interesa tanto todo eso que no parece poesía y que, si le quitamos aquello  que le sobra, sí lo es? Encontrarse un pelo en la sopa no es poesía, pero los tiros van por ahí.