martes, 20 de septiembre de 2011

hacer lo contrario

Necesito una pizarra, algo grande como una pared donde escribir mis ideas, mis poemas, ver las conexiones que se crean entre ellos. Cada día me parezco menos a mí mismo, cada día me estimulan poéticamente cosas menos poéticas, cosas que no van más allá, la ausencia de mensaje formal, el no decir nada en concreto, no transmitir en esencia casi nada, poner de manifiesto lo que me interesa, las revistas de moda, los testimonios de algunos alpinistas, el no sentido del 90% del día, del 90% de lo que hacemos, leemos, comemos, sudamos. La cotidianidad estúpida a la que nos asimos, nuestra escalera de incendios, sigue la flecha, la normalidad, andar, mover los brazos, pagar las multas. Personas que se parecen a personas, que alguilan habitaciones de hotel y meriendan en los bares. La vida. NO los grandes amores, no los grandes dramas. La poesía después de Auschwitz es como la emoción de tener una lavadora nueva. La poesía después del 11 de septiembre, también.

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