Cómo es eso de eso de que te invitaron a marcharte y te
fuiste. Cómo es eso de tenerlo todo, tenerlo ya, todo. Así, eso de llegar a lo
más alto, ser un Rolling Stones, ser un The Beatles, ser un Ken Follet, ser
todo un Miguel Ángel Buonarotti. Lo primero tal vez fuera la ciudad, en qué
ciudad querrías vivir con tus amigos, o la montaña, el campo, las afueras de
algún sitio, lo suyo, últimamente, sería irse a Palo Alto y ser feliz y hacer
mucho deporte en un gimnasio caro. ¿Cómo sería tu casa? No una mansión, pero sí
una casa grande, techos altos, pocas habitaciones, algo tipo industrial y
alguien que limpie y cocine verduras y salsas que no engorden y un par de
buenos coches aparcados, potentes,
confortables, que te permitan adelantar sin peligro cuando no viajes en avión.
¿De dónde vendría el dinero? Los derechos de autor, si eres Ken Follet, son
suficientes. Pero en realidad eres un poeta respetado, te invitan a
exposiciones llenas de mujeres operadas y sus maridos, sin canas, querida te
presento a Charles, te sonríen y te admiran. Tú eres delgado, te cuidas por
primera vez el cutis, te pones cremas, de pronto eres crudívoro y viajas al
Tibet buscando algo que te falta. Allí te compras un jersey de lana y unos
calcetines tejidos a mano. En un día normal madrugarías por el sencillo placer
de ver como amanece y tomarte un café Nespresso mientras escuchas algo de
música clásica. La cocina es grande y la música se oye bien, hola Eugenia,
buenos días, lo normal es que después del desayuno te conectes a internet, leas
las noticias, facebook, gmail, algunos blogs, mires lo último que ha hecho Tao
Lin para imitarle. Luego te obligas a escribir, eres poeta, te pagan por ello,
abres caminos, te llaman por teléfono para algunas entrevistas. Escribes sobre
el sinsentido de la vida, tú puedes, tú lo sabes, tu única motivación es no
volverte loco, aguantar vivo. Tampoco es que viajes demasiado, los aviones, ya
se sabe, tal vez fueras feliz en Londres, eres un tipo de ciudad, lo sabes, tal
vez Nueva York, aunque tengo que ir, lo he dicho antes, a ver cómo es Palo
Alto, si es algo así como vivir en Alicante. Podríamos decir, que ya que estás,
te drogas, tienes que descubrir cosas, inventarte historias, la experiencia es
lo que cuenta para escribir, si no vives algo nuevo, te vacías, sin nada nuevo
que decir pierdes dinero, ya escribiste tu poema a Starbucks, hacer lo mismo
con cada cadena de cafeterías o restaurantes no funciona. Por las tardes duermes
la siesta y entre unas cosas y otras no te despejas hasta tarde. Por la noche
lo normal es ir a algún concierto, exposición o fiesta, te dejas ver, te
enteras de lo que hace todo el mundo para imitarlo, mejorarlo, adelantarles,
pero te vas pronto a casa, por suerte te vas haciendo mayor y no hay nada más
agradable que dormir en casa un mínimo de 6 horas. La felicidad, a los pocos meses,
desaparecería, tendrías que leer varios libros de autoayuda e ir al psicólogo,
seguramente te harías adicto a algún antidepresivo, para qué molestarse en no
ser feliz. Independientemente de todo esto, seguirías yendo a Ikea cada seis o
siete meses.
1 comentario:
Me preocupas. Hablas de triunfo y escribes de Tao Lin en vez de follar. ¿Quizá en la posibilidad 2? :-)
Publicar un comentario