martes, 9 de agosto de 2011

AMERICANA, Don DeLillo

"Norteamérica, tanto entonces como luego, era un sanatorio de toda clase de estadísticas. Las cuidábamos. Intentábamos comprenderlas. Hacíamos lo posible por que mejoraran. Las cifras eran importantes, ya que, cualesquiera que fueran los temores que pudiéramos haber tenido con relación al descarrío de nuestras mentes, todos ellos se veían alejados en gran medida por la satisfacción se saber con exactitud el modo en que estábamos enloqueciendo, a qué nivel de decibelios, a qué mach de velocidad y bajo qué fuerza de arrastre aerodinámico. Así, se producía una locura transferida, un desdoblamiento, entre las propias cifras y aquellos que las creaban y mimaban. Las necesitábamos enormemente, de eso no cabe duda. Mediante las cifras éramos capaces de camuflar nuestras dudas. Las cifras convertían el día presente en algo soportable, servían de heraldo de los sobrecogedores excesos del futuro y almacenaban con sutil y engañosa configuración nuestros recuerdos, por así decirlo, del pasado. Nos convertían a todos en científicos por naturaleza. Reinara la guerra o la paz, nos afanábamos en el recuento de los cuerpos."

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