De verdad, si alguien quiere escribir ahora poesía, por favor, que lea toda la poesía del siglo XX, que la lea bien, que lea bien a Diego Hurtado de Mendoza y analice algunos sonetos suyos, y a Garcilaso un poco, vale, estoy contigo en lágrimas bañado rompiendo el aire siempre con y después de leerlo bien y asimilarlo, después de meterse el endecasílabo y Fernando de Herrera y Góngora con la barba hacia el polo y las manos abiertas, después de la noche boca arriba y encabalgarse y todo eso, después digo que se dedique en cuerpo y alma a la Playstation, que juegue toda la noche al Metal Gear Solid y al Gran Turismo, que le suden las manos, que viva la vida, que despierte a la hora de comer y que se olvide y que vea mucho la tele y los programas que te adivinan el futuro, que lea revistas Marie Claire y Hobby Consolas, entonces aprenderá que los manteles estremecidos o las columnas de ceniza, que las alegres fiebres que huyeron o el vivísimo cáncer lleno de nubes ya no son literatura, que lo fueron, sí, y que lo siguen siendo en la Colección Austral, que lo serán por mucho tiempo en las pizarras y en los apuntes de los chicos que acuden a Octavio Paz como los cristianos a la comunión los días de fiesta, pero que ahora no nos sirven para expresar con absoluta sinceridad el desconcierto que llevamos, esta cosa líquida y moderna hecha de comics y redes y pequeños textos que dan la vuelta al mundo. Que ahora ya no somos esa linealidad del uno al cinco, a mí cuéntame exactamente eso que soy, lo que hago ahora, la compra, el bolso, algo que puede estar en dos sitios a la vez, el lugar donde veremos un suicidio colectivo. Sería imposible que todo Tab no fuera similar a otros Tabs, dado que consisten en una pantalla brillante y extraplana dentro de un marco resistente y con cantos redondeados. Y A LA MIERDA EL JAZZ.
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