domingo, 9 de febrero de 2014

Empezar a escribir



Estudié en un colegio privado, luego en un colegio público, luego en el instituto Parla III, luego dejé de ser virgen. Me salté una clase de matemáticas e hice el amor con Tamara, luego al volver al instituto me moría de ganas por contárselo a David y se lo conté y me dijo ¡qué cabrón! y nos dimos un abrazo. Luego tuve que pedirle a mi padre que me subiera la paga porque ya no me llegaba el dinero para condones y él empezó a darme condones, me tiraba un puñado encima de la mesa del comedor, pero no me subía la paga. Mi madre, que es catequista, lo pasaba mal. Qué va a ser de este niño, qué va a ser de este niño. Fregaba los platos y rezaba.

En esa misma época, mi hermana, que vivía en el pueblo y trabajaba en un estanco porque no quiso seguir estudiando, se quedó embarazada. Llamó por teléfono a casa y se lo dijo a mis padres, mi padre fue muy comprensivo pero a mi madre casi le da un síncope. 

Mi hermana se casó de penalti. 
Ahora tiene dos hijos y todavía no se ha divorciado.  

Yo antes escribía un blog con mis cosas, lo que vivía cada día y eso, pero mi madre me leía y se asustaba, me llamaba por teléfono y me decía que tuviera cuidado, que no bebiera tanto, que no hiciera tantas cosas, yo le decía que no era nada, mamá, que sólo era literatura, que casi todo era mentira, pero daba igual, mi madre me leía y se preocupaba, así que dejé de escribir un blog y empecé a escribir poesía. Ella se sigue preocupando igual, pero al menos ahora me publican y me dan premios y dedico mis libros a las chicas que me leen y se los compran y escribo mi teléfono en una esquinita para que me llamen.

A veces me llaman. 
A veces me wasapean.

Según mis padres parece que sigo teniendo 17 años, pero es mentira, ahora tengo un trabajo serio, gano pasta, cojo el metro a diario, tengo carnet de conducir y puedo comprar todos los condones que necesite, aunque casi nunca uso condón.

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