jueves, 18 de octubre de 2012

ESCRIBIR UN OJO IZQUIERDO LLAMADO DANILO T. BROWN, por Manuel del Barrio.

Escribir un libro de poemas suele ser fácil, simplemente hay que teclear de vez en cuando y al cabo de uno o dos años, te das cuenta de que llevas 6.000 palabras, 10.000 palabras, y entonces piensas que ya lo tienes, y lo imprimes, lo corriges, lo dedicas, y dices, listo. Pero no. 

Un ojo izquierdo llamado Danilo T. Brown nació sin querer, casi sin querer, porque a lo largo de los años, iba escribiendo en mi blog (un blog que ya no existe y que entonces se titulaba así, como este libro) poemas sobre el ojo izquierdo, poemas sobre una forma de mirar las cosas, sobre una forma de fijarse en lo que suele pasar inadvertido, lo pequeño, lo intrascendente, el detalle local, la anécdota que ni fu ni fa, lo infraordinario.  

Lo escribí en Madrid, en Alicante, en Málaga y en Barcelona. Mientras escribía lo que luego serían otros libros, también escribía cosas del ojo, visiones, miradas, picores, cancioncillas del Mario Bros, esos domingos sin futuro, esos pasillos blancos. Viviendo en Málaga ya vi que aquí había material para hacer eso que un amigo me recomendó un día, Manolo, déjate ya de joder y saca un libro coño, eso que me dijo Carlos Lapeña en una cafetería del Centro Comercial Xanadú, cuando yo no hacía más que escribir post en mi blog EDGAR Y PAULINE  sin llegar a ningún lado, escribe un libro coño, traza un camino joder, déjate ya de poemitas dispersos. 

Ése fue el toque, el punto de partida, me dije, vale, un libro, un tema, pero incapaz de poner un tema a mi vida, un menú del día, incapaz de trazar un camino, continué escribiendo lo que se me iba cruzando por la punta que no era otra cosa que ligues, depresiones, cafeteras, videojuegos, visitas al médico, más ligues, en fin, una vida de aquí, de Parla, un Fiat Uno rojo, un cine en Parque Sur, un Cola Cao con Arturo y esas cosas que nos van matando poco a poco mientras pensamos que estamos vivos y nos peinamos con la raya al lado. 

El ojo izquierdo es como esos Cronopios de Cortázar, es mi forma de cronopiar mi vida, porque yo no soy Cortázar ni mi vida es un Mondrian, es mi forma de fijar la atención sobre lo que me importa, por encima del dolor, por encima de los grandes temas, la absoluta gilipollez intrascendente que es el cordón que nos sujeta los zapatos, lo que vienen siendo todos esos minutos vacíos que conforman la vida, mi vida, tu vida, la vida de la mujer del telediario, la vida de Georges Clooney, la pequeñez ridícula que es tomarse una caña, mojar en aceite de oliva un poco de pan, actualizar tu estado de Facebook, lo que realmente podemos escribir porque lo vivimos realmente, la poesía de ahora, la poesía de nombrar lo que no se pudo nombrar hace 10 años porque no existía. 

Tengo la obligación de escribir poemas sobre lo que mi ojo izquierdo ve, para que todo el mundo se de cuenta que ellos también lo ven, pero no lo saben. La visión binocular es el ansia de hacer algo en la vida, la visión del ojo izquierdo es la aceptación de esa vida. Porque no todo tiene por qué ser un misterio. Porque no todo tiene por qué no ser un misterio. 

5 comentarios:

Jen dijo...

el librito lo tenemos pendiente. pero a mí no me digas que te has peinado alguna vez con la raya al lado; con ese pelo es imposible!

Con el Sincara dentro de un vagón dijo...

Yo leía ese blog, ¡ me gustaba tanto su prosa!.

Danilo T. Brown dijo...

qué blog? EyP?

Con el Sincara dentro de un vagón dijo...

Sí ese, ¿había otro?. Después de mi lectura diaria en diagonal siempre de El País, leía su blog, mi admiración era real y sincera, en una temporada en la que yo también percibía la realidad (o lo que fuera) en una escala de 256 tonos de gris.

Un saludo:

Aroa Carvajal.

Danilo T. Brown dijo...

oh!!! qué sorpresa!!!!! y ya sabías que yo, Danilo T. Brown, era el autor de Edgar y Pauline?

a veces, estas cosas, no dejan de admirarme y asombrarme, de pronto, es como reencontrarme con un viejo amigo ;)