lunes, 16 de julio de 2012

1982

Cuando cumplí 5 años quise conocer a Dios. Vivíamos en Carabanchel y teníamos un perro que se comía los sillones. Si te tiras por la ventana te mueres vas al cielo y conoces a Dios, dijo mi hermana. Mi padre era policía nacional y mi madre ama de casa. La URSS puso en órbita la estación espacial MIR. En el colegio Nuestra Señora de la Merced las mesas eran hexagonales y eran verdes y teníamos uniforme. Aprendimos a rezar el Padre Nuestro. La hija de la vecina fue la primera chica que besé con lengua, jugábamos a los papás y las mamás. Aprendimos a decir cracrecricrocru de carrerilla. Mi abuela rezaba todas las noches a las ánimas benditas, a San Antonio, a Santa Gema, desayunaba leche en polvo y la mitad de una naranja. Sinclair Research sacó al mercado el Sinclair ZX Spectrum. A nuestro perro le salió un bulto en la espalda. Cualquier noticia en la tele me hacía pensar en misiles y bombas nucleares. La hija de la vecina me pedía que le pusiera la mano ahí que eso era lo que hacían en las películas. El día de su cumpleaños le regalé una calculadora. Mi abuela decía que si no rezaba los muebles hacían ruidos, hay que rezar a las ánimas benditas, decía, si no rezas vienen a asustarte. Sony y Philips empezaron a comercializar el Compact Disc. A veces me hacía pis en la cama y mi madre me enrollaba en una manta. Leía comics de Mortadelo y Filemón. Los martes y los jueves practicaba judo. Llegué a ser cinturón blanco-amarillo. En el gimnasio había un chico con una pulsera negra con pinchos que era cinturón naranja-verde. La hija de la vecina olía a chicle de fresa y algo así como crema de manos, aunque yo no sabía lo que era la crema de manos, pero olía bien. Philip K. Dick, Georges Perec, Glenn Gould y Paco Martínez Soria murieron ese año. Mi perro también murió. Mi perro se llamaba Yaqui. En el barrio siempre había alguien que me quería pegar. También había un electricista, un panadero y la señora Patro que vendía helados. La profesora dijo, dictado, y luego dijo, Pedro construyó una casa, esa fue la primera vez que escribí la palabra construir. Entonces Starbucks solo tenía cuatro tiendas en el mundo. Aprendimos a multiplicar y a jugar con plastilina. Mi abuela decía, Dios te quiere. Le preguntaba cosas de Dios y de la muerte y cosas del fin del mundo y del Apocalipsis. Una vez, al salir del colegio, agarré sin darme cuenta la mano de una señora que no era mi madre. Todas las semanas me ponían una inyección de Bencetacil. Si llovía mucho me asomaba preocupado a la ventana del dormitorio. Los domingos iba a misa con mi abuela para portarme bien, le pedía que me dejara el abanico, déjame el abanico abuela. Mi abuela decía, hosana en el cielo. Microsoft anunció la primera versión de Windows. Bendito el que viene en el nombre del señor, hosana en el cielo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta. Falta Naranjito pero me gusta.