sábado, 26 de febrero de 2011

una pomada absurda

Escribo esto mientras se descarga un capítulo de Espartaco: Sangre y Arena. Me gusta esta serie violenta y evidente, la espada, la sangre, la polla de Júpiter. A veces no sé si estoy viendo una serie de gladiadores o una porno. Pelean, sueltan sentencias lapidarias y follan sin condón. Y así todo el rato. Me lo paso bien cuando dejo de pensar.

Dejar de pensar.

Como dice GWK (el Sr. Kander) es mejor no pensar demasiado en lo que uno escribe. Ya lo pensarán otros. Lo siento, pero discrepo. Si no pensara en lo que escribo siempre escribiría lo mismo, de hecho, creo que siempre escribo lo mismo aun esforzándome en pensar sobre lo que escribo. La verdad de mi poesía (empecemos a aceptar que de vez en cuando escribo algo así parecido a eso que llamamos poesía), querido amigo, no sólo está en lo que a ti te parece verdad. Ikea te trae recuerdos y te identificas con una forma de sentir, de ver las cosas, lo que sea. Luego hablo de mi cepillo de dientes y a ti no te dice nada, revista tendencias, lo que sea. Pero ambas cosas son verdad. Para mí lo son. No se trata de experimentar, se trata de experienciar.

La experiencia.

Me cago en la experiencia pero la necesito. Vivencias. No hay lecturas sin vivencias, no hay poemas sin vivencias, no hay una mierda sin vivencias. Mis vivencias me llevan a escribir lo que sale, y debo pensar en lo que escribo porque a veces mirar atrás es la única forma de saber por donde voy y mirar hacia delante. Hay que rascarse la cabeza y decir por qué. Encogerse de hombros es hacer trampas. Siempre se hacen las cosas por algo. Aunque siempre haya algo que hagamos sin saber muy bien por qué.

Por qué.

Odal, absolutamente circunstancial. Así lo veo. Mi circunstancia es absoluta porque es la misma que la tuya. En algún momento será la misma o parecida. No aspiro a la exclusividad. Aspiro a unos huevos fritos con patatas. No pretendo experimentar, simplemente me aburro de mí mismo, pruebo cosas, juego, cambio. No se trata de evolucionar o madurar, porque la evolución o la maduración es algo que nunca ha dejado de ocurrir. Desde la primara palabra del poema a la última ya hay una evolución que se puede medir, tal vez haga falta un microscopio electrónico para apreciar el desplazamiento. Aunque ahora me pregunto, si uno permanece estático, ¿hay evolución?

¿qué significa evolucionar o madurar en la poesía?

Hoy leía algunos poemas escritos en 2008 y los sentía frescos, nuevos, poderosos. Sin embargo leo lo de ahora y no siento nada. Pero acepto que estoy en esto. Me busco para seguir en calor. Escribo aunque no tenga nada realmente importante que decir. Nunca hay nada realmente importante que decir. Lo importante es ayudar a los niños con progeria. Mi poema sobre cualquier gilipollez absoluta sólo es una absoluta gilipollez. Pido disculpas si pienso un poco más en ello.

Progeria.

Si la progeria se curara con una pomada absurda muchísimos niños serían más felices. Si la mala poesía se curara con una pomada absurda daría lo mismo. De verdad, de verdad, lo digo de verdad, se puede vivir sin poesía, se puede vivir sin pintura, se puede vivir sin arte, sin cine, sin teatro. Pero no se puede vivir sin pensar.

Salvo que quieras ver Espartaco: sangre y arena.

domingo, 20 de febrero de 2011

mi superhéroe se llama Georges Perec

dice el sr. Kander que no le transmite mucho esto que estoy escribiendo últimamente, vamos, que no le gusta. y yo soy consciente de que lo que escribo últimamente, como lo que escribía hace 8 meses por ejemplo, tal vez no diga mucho. 

Recuerdo que cuando vine a Málaga empecé a ir a recitales y empecé a prestarle atención a la oralidad del poema, al sonido, me gustaban las palabras que se repetían, me gustaba ese sonido que vuelve como un grifo que gotea y empecé a escribir con versos que se repetían de vez en cuando. Isabel Bono me decía que bono, digo, que bueno, que cuando los recitaba sonaba bien pero que leídos fallaban. 

fallaban. 

yo sabía que eso podría ser cieto, pero tenía que intentarlo, la música de la repetición era lo que me movía entonces y tenía que ir por ahí. en seguida me cansé, porque en seguida me cansé de ir a recitales y me cansé de leer mis poemas. primero, porque no le veía el sentido, la gente no iba para escuchar mis poemas, iba por otras cosas, además cuando yo iba a los recitales de otros me aburría desconsoladamente el 95% de las veces y aplaudía con el entusiasmo de una rana. esto mismo seguro que también pasa conmigo, pensaba, me aplauden porque sí, no valgo nada. 

la palmadita de ánimo falsa y las palabras por cumplir eran como ese libro que no quiero leer. al dejar de recitar en voz alta, se me pasó la manía de la repetición. 

llegó el vacío. 

esto es lo malo de llevar una vida triste, o cómoda, o aburrida, esto es lo malo de no tener aventuras, de no ir a Berlín más a menudo, lo malo del sofá de siempre y la música de siempre lo malo de la jornada de 8 a 6 y siesta por la tarde. todo es lo mismo, eso es lo que me pasa, todo se repite ahora como se repetían las palabras en mis poemas, la vida es un grifo que gotea.

y eso es lo que ahora escribo, el vacío, el ridículo de las revistas de moda, la frivolidad que no dice nada pero llena nuestras vidas, un bolso, un zapato, un collar, el último grupo, el último delfín, la última bombilla que se funde. 

no me dice mucho, dice el sr. Kander. de eso se trata, en cierto modo. leo poemas alabados por otros y no me dicen absolutamente nada, crípticas estupideces que no llaman a las cosas por su nombre, eres el enemigo/porque me rindes a tu discurso incomprensible/siento el latido de tu cuello/entre mis manos/la mitad del tiempo/y/la otra/me travistes, etc. esto es a lo que me refiero, esto es parte de un poema que aparece en la revista Quimera de enero de 2011, los de siempre, y yo lo leo y lo vuelvo a leer por si se me escapa algo, porque me parece un poema ridículo, no una mierda de poema, no digo eso, pero vamos, el latido de tu cuello, tu discurso incomprensible, oh enemigo! es más de lo mismo, la vida como un grifo que gotea y me pregunto ¿dónde coño están los poetas jóvenes de este puto país? os diré uno: David Leo. este joven es de lo poco que he escuchado en recitales que me ha hecho salir corriendo a casa para intentar escribir mejor.
 
Hace no mucho, también me dijo una amiga poeta, Virginia, que yo siempre escribía con palabrotas y guarrerías, bueno, no era del todo cierto, pero sí que podíamos encontrarnos cierta escatología adolescente, también era una época, la de mi primer libro, algo natural, una transición, cuando follar es lo importante, hablas de eso, cuando la vida se vuelve estéril, como ahora, hablas de eso, lo malo es que o avanzas o desapareces, no puedes, no puedo, estar siempre en lo mismo, ya hablé de Ikea, ya hablé de Starbucks, del porno, de la tele, hablé de las ganas de follar, del sofá, de la nevera, mi vida se va reduciendo, todo lo que tenía sentido porque había una cosa llamada futuro ya no lo tiene o lo está perdiendo porque el futuro sólo es otro piso con ventanas. 

Raugschenberg lo vio claro hace tiempo, yo lo veo también claro ahora, toda la basura que nos alimenta puede ser arte, recoge esa mierda y piensa en ello, por qué un bote de pomada, por qué este ticket de la compra, también lo vio Georges Perec, mi superhéroe favorito se llama Georges Perec, y yo no puedo pensar en otra cosa. 

lo primero es que ya no quiero ser original, he decidido que soy como todo el mundo, por lo tanto, mi ridícula vida es tan ridícula, seguro, como la de Thomas Pynchon o Mark Zuckerberg. Su cepillo de dientes es parecido al mío. 

Lo que está claro es que soy consciente de este desastre y escribo sobre ello. puede que lo que salga sea poca cosa, que no diga nada, puede que algún día los de la revista Quimera me saquen en la portada, da igual, siendo, como soy, alguien exactamente igual de ridículo que cualquiera de esos que están en las terrazas, lo único que tengo que hacer es seguir escribiendo sobre lo que a mí me parece inquietante, yo lo llamaré poesía, tú llámalo como quieras. 

lunes, 7 de febrero de 2011

gluts 2

esa moneda inútil que sale de tu boca,
lo que leo en las revistas, el saludo
hola qué tal o buenos días que tengas mucha suerte,
con esto quiero
decir el plato sucio que va al lavavajillas,
los kilos que te sobran, la sorpresa del tubo
de ensayo, no conozco nada más
inoportuno
que un apretón de manos, cuando
yo era niño era transparente como
un piso en alquiler, como un cepillo
de dientes, buenas tardes,
me alegro tanto,
ahora soy frágil como
una botella, siempre hay que mirar
y preguntarse si algún día,
con una bolsa llena de naranjas,
podré ser una piedra,
el ascensor, la luz de la cocina,
seis mil quinientos veintitrés millones
de personas también piensan que el cielo es más azul
en los poemas.

(al igual que Rauschenberg fabricaba sus esculturas con chatarra que nadie quería yo he fabricado este poema a partir de palabras o frases del post anterior)