Para los que me conocen y para los que no me conocen pero me quieren conocer, hoy escribo. Ha pasado más de un mes de vivir casi sin tiempo para lo que sea que uno hace cuando tiene tiempo. No ha habido pausa, no ha habido nada. Ahora he conseguido acceder a internet de manera fraudulenta desde mi sofá, lo cual me permite actualizar el blog. Actualizo el blog porque sí, no digo nada concluyente, nada trascendente. Es la hora de comer. Hoy he quedado a las 20:00 en Parla. Se supone que estoy escribiendo una novela, pero solo llevo 35.000 palabras que escribí entre julio y diciembre de 2012. ¿Será esto lo que llaman crisis creativa? Después de 4 libros en 5 años siento que no tengo mucho más que decir, si no me doy tiempo para crecer, madurar, vivir, tener algo dentro para echarlo fuera, volveré a repetirme y contarme de nuevo lo mismo. Hay una mosca que me está molestando desde la hora del desayuno. Ahora que sé lo que implica tener internet, creo que yo no habría sido escritor si hubiera nacido 40 años antes. Sin internet no escribo. Internet me da alimento, me da razones, experiencia vivida para engordar. Sin internet ¿a quién voy a gritarle esto? Tal vez me ocurriera lo que a DFW, escribiría muchas cartas, me comunicaría mediante correo postal con mis amigos, pero no tendría un blog, no tendría la satisfacción de sentirme leído a tiempo real por 20 o 30 personas de distintas partes del planeta. Gracias a mis blogs publiqué mis libros. Imagino que gracias a mis blogs sacaré la novela adelante. Lo que tengo claro ahora mismo es que en la novela aparecerá todo lo que entra en mí, lo que leo, lo que toco, lo que maltrato torpemente por cobarde. Tarde o temprano saldrá toda mi vida encuadernada, no la vida de fuera, sino la vida de dentro, la vida que asusta, la vida por la que me podrían encerrar, la vida por la que todos me odiaréis, o me amaréis como se ama a un perro herido.