lunes, 17 de febrero de 2014

EL ARTE DE NO AMARGARSE LA VIDA

Tal vez no se conocía nunca a nadie hasta que moría 

 LIONEL SHRIVER 


Hoy ha muerto un hombre en mi librería. Un señor mayor, jubilado, que venía todos los días a leer gratis, se sentaba en un sillón cerca de la salida, se descalzaba cuidadosamente, y leía durante horas. Luego dejaba los libros en su sitio. No molestaba. Siempre llevaba calcetines marrones. Era limpio y educado. Yo estaba en mi casa cambiando muebles de sitio y pasando la aspiradora cuando suena el teléfono.

-Manolo -por el tono de voz, nada más oír mi nombre, sé que algo malo ha pasado.
-Manolo soy S
-Sí dime.
-El señor mayor que viene todos los días a leer.
-Sí dime.
-Creo que está muerto.
-¿Cómo?
-Acabo de llamar a una ambulancia.
-Voy ahora mismo.

No me lo puedo creer, me cambio de ropa y voy corriendo. En dos minutos estoy en la librería. S está en la calle, esperando a la ambulancia para decirles que es aquí, que por favor, aquí, suban corriendo. Subo a la segunda planta, salto los escalones de dos en dos y me acerco al hombre mayor que viene todos los días a leer. Me acerco más. Lo observo a menos de un metro de distancia. Tiene la cara y los labios morados. Los ojos, evidentemente, están cerrados y hay un libro azul en el suelo, junto a sus pies en calcetines marrones. Un hilo de saliva un poco marrón le cae de la comisura de la boca sobre la camisa. Siempre llevaba camisa y pantalones con la raya en medio. Me fijo en su peinado, impecable, me fijo en su pecho, no respira.

Llegan los servicios de urgencia, tienden al señor que viene todos los días a leer en el suelo y hacen todo lo que hay que hacer, esto lo sabemos por las películas, inyecciones, sueros, respiración asistida, masaje torácico, electrodos, guantes de goma. Perdone ¿dónde están los libros de Murakami? Acompáñeme por favor. Mientras intentan reanimar a un muerto en un rincón de mi librería, yo y mis compañeros vendemos libros. Hola, ¿tienen algo de Lionel Shriver? ¿dónde está la sección de esoterismo? ¿desea algo más? Llega la policía, hablan con los médicos que ponen vías intravenosas y masajean el tórax con fuerza, se ríen. Deben estar hasta la polla de ver a la gente palmar. Yo no. Yo lo que hago todos los días es colocar libros por orden alfabético, mandar mails, hacer horarios, buscar lecturas juveniles para niñas con pulseras, controlar los niveles de stocks, decir hola, qué tal, ¿desea algo más? y muchas gracias por su compra. Yo no estoy acostumbrado a ver personas que hace 5 minutos estaban aquí, pidiendo la llave del baño por favor, y ahora están muertas sobre las baldosas de cerámica negra de mi librería.

Cuando se lo llevan, limpiamos toda la zona, recogemos cristalitos, plastiquitos, barremos, fregamos, ordenamos las mesas, recolocamos los libros. S me enseña el libro que estaba leyendo el señor mayor que venía todos los días a leer: El arte de no amargarse la vida. No sabíamos su nombre, no sabíamos nada de él, simplemente era un señor mayor que no compraba, leía gratis, por el morro, pero a nosotros nos gustaba, las librerías necesitan gente que compre libros y gente que lea libros para dar ambiente. Es como un bar.

Luego he ido a Carrefour. He comprado macarrones, agua, yogures, queso viejo de oveja, tomate Orlando, chorizo, jamón cocido, pizza Casa Tarradellas. He terminado de pasar la aspiradora, he fregado, he cambiado los muebles de sitio, he bajado la temperatura del aire acondicionado, he subido el volumen de la música. Veo al señor mayor que venía todos los días a leer, lo veo vivo, lo veo leyendo, yo colocando libros y pasando por su lado, veo sus pies con calcetines marrones, también lo veo muerto, con los labios morados y un libro azul en el suelo. El arte de no amargarse la vida. Veo a los servicios de urgencia meneando el tórax y metiendo oxígeno en su cuerpo. Después de comer he llamado a mis padres por teléfono. Yo nunca llamo a mis padres por teléfono. Casualmente, el libro que yo me estoy leyendo ahora, de Lionel Shriver, se titula Todo esto para qué.

Todo lo que cuento en este post, es absolutamente cierto. Como siempre. Probablemente sea capaz de escribir algo más profundo dentro de unos días. Llevo toda la tarde pensando. Leyendo. Mandando whatsapp. He descubierto que tengo una gotera en un foco del cuarto de baño por culpa de la condensación de agua del aire acondicionado. No me he enfadado. No me ha molestado. Le he hecho una foto con el móvil para mandársela a la administradora de la finca. Una gotera que me jode el techo. Me ha parecido lo más natural del mundo. Tan natural como morirse.

lunes, 10 de febrero de 2014

y entonces me hice poeta

Probé a enamorarme para escribir poemas. Horas enamorándome y pensando en mi vecina rubia, horas mirando descaradamente a las chicas en la biblioteca, horas escribiendo poemas, horas yéndome de tiendas para comprar camisas negras, zapatos negros, cinturones de piel, calcetines de hilo, horas mirándome al espejo y peinándome hacia atrás, horas escribiendo poemas a la muerte, poemas al amor, poemas al paisaje, poemas a la noche, horas encendiendo velas de Ikea en el salón para dar ambiente y demás mariconadas. 

Horas leyendo a los clásicos. 

La poesía era de los clásicos. Si no rimaba no era poesía, si no eran sonetos no era poesía, si no estaban muertos no era poesía, si no había que leer un poema 3 o 4 veces para entenderlo no era poesía. 


Oscurecer el poema, meterle símbolos, cosas que no son para que sean cosas que son, decir lo otro para decir esto. Lo que viene siendo darle vueltas al mundo y ponerlo del revés para que suene mejor. Escribir dos o tres palabras sin que ninguna sea del todo. 

por qué escribir 3


Las chicas siempre se fijan en tipos que no entiendo, siempre ha sido igual. Por mi parte he tenido, no sé cómo, que obligarme a medir 1,90 y ser un poco más inteligente que la media para que alguien se fije en mí. Por Dios, me he puesto a escribir libros para parecer un tipo interesante, con mundo interior y eso. Mi nariz y mis dientes y mis ojos no son especiales, nariz grande, ojos pequeños, dientes torcidos, las orejas un poco picudas, todo a la vez no resulta seductor.  En el colegio no me decían nada las chicas. Fue cuando conseguí ser alto y me apunté a un gimnasio que empecé a gustarles, cuando jugaba al baloncesto en el instituto y me quitaba la camiseta. Lo de escribir libros, que es algo que te da un aura de chico culto, de chico con inquietudes que se cuestiona su presencia en el mundo, ha sido el remate final. 

domingo, 9 de febrero de 2014

Empezar a escribir



Estudié en un colegio privado, luego en un colegio público, luego en el instituto Parla III, luego dejé de ser virgen. Me salté una clase de matemáticas e hice el amor con Tamara, luego al volver al instituto me moría de ganas por contárselo a David y se lo conté y me dijo ¡qué cabrón! y nos dimos un abrazo. Luego tuve que pedirle a mi padre que me subiera la paga porque ya no me llegaba el dinero para condones y él empezó a darme condones, me tiraba un puñado encima de la mesa del comedor, pero no me subía la paga. Mi madre, que es catequista, lo pasaba mal. Qué va a ser de este niño, qué va a ser de este niño. Fregaba los platos y rezaba.

En esa misma época, mi hermana, que vivía en el pueblo y trabajaba en un estanco porque no quiso seguir estudiando, se quedó embarazada. Llamó por teléfono a casa y se lo dijo a mis padres, mi padre fue muy comprensivo pero a mi madre casi le da un síncope. 

Mi hermana se casó de penalti. 
Ahora tiene dos hijos y todavía no se ha divorciado.  

Yo antes escribía un blog con mis cosas, lo que vivía cada día y eso, pero mi madre me leía y se asustaba, me llamaba por teléfono y me decía que tuviera cuidado, que no bebiera tanto, que no hiciera tantas cosas, yo le decía que no era nada, mamá, que sólo era literatura, que casi todo era mentira, pero daba igual, mi madre me leía y se preocupaba, así que dejé de escribir un blog y empecé a escribir poesía. Ella se sigue preocupando igual, pero al menos ahora me publican y me dan premios y dedico mis libros a las chicas que me leen y se los compran y escribo mi teléfono en una esquinita para que me llamen.

A veces me llaman. 
A veces me wasapean.

Según mis padres parece que sigo teniendo 17 años, pero es mentira, ahora tengo un trabajo serio, gano pasta, cojo el metro a diario, tengo carnet de conducir y puedo comprar todos los condones que necesite, aunque casi nunca uso condón.

miércoles, 5 de febrero de 2014

un poema

¿Cómo sé qué portátil 
es el que tengo que comprar 
para hacer honor a mi existencia? 

Es una gran responsabilidad.

Toda la erosión, 
las distintas glaciaciones,
el jurásico, el cretácico,
el ruido del ventilador de la nevera.

Lo que soy.

Ver la tele hasta las 2 de la mañana. 

No puedo negar 
que soy una persona 

con dolor en los riñones.