martes, 28 de enero de 2014

algo que pudieras lanzar lejos


Intentaría vivir todo el tiempo que pudiera sin ninguna enfermedad. 



Quería morir de viejo. Rezaba en la iglesia de rodillas y rezaba en mi cama de rodillas y rezaba en el coche cuando nos íbamos de vacaciones. Señor que no me pase nada, señor quiero morir de viejo. Ese era mi deseo y lo pedía a diario. Permíteme vivir hasta que el cuerpo aguante. Hacía la danza de la lluvia, hacía conjuros, me arrepentía de mis pecados, de mis pajas, de mis romper cristales, me arrepentía para que ese dios que está en el cielo me perdonara y me dejara vivir más. Mis impurezas. Voy a ser bueno. La vida era tan larga que morir de viejo era como vivir eternamente, llegar a viejo era algo borroso, estaba lejos, en el pueblo, en los bancos del parque, en los zapatos limpios, yo era un niño y un niño sabe que no va a morirse nunca, sabe que siempre va a jugar al fútbol y que siempre va a guardar su álbum de cromos y el kimono de ir a kárate y las medallas de las carreras y que el SIDA y la Hepatitis y esas cosas que pasan por hacerlo sin condón eran cosas que les pasarían a otros. Salvo que tuvieras un accidente de coche o alguna enfermedad chunga era imposible morirse. Por eso rezaba yo. Para no ser eso que llaman ser adulto y que implica madrugar y ponerse unos zapatos y unos calcetines negros y coger el coche y comprar el periódico cada día de la semana. Sabía que cuando me diera por comprar el periódico habría llegado mi hora. Estaría listo de papeles. Tendría dinero.

lunes, 27 de enero de 2014

Carabanchel



Mi barrio eran 4 calles y un descampado. No me atrevía a ir más lejos yo solo, aunque tampoco me dejaban. Las tardes allí consistían en escapar, sobrevivir, no meterse en muchos líos o al menos no meterse en más líos de los que uno pudiera gestionar. Por alguna extraña razón casi todos los niños de mi barrio querían pegarme, por suerte yo era muy rápido y me colaba como un gato entre los coches, no sé, en aquel barrio vivíamos como salvajes, íbamos sucios, llenos de barro, con sangre en las rodillas, nuestro juego favorito era hacer círculos en la tierra y clavar dardos desde muy lejos. También nos gustaba tirarles piedras a los gitanos. A veces venía la policía. Había una chica en mi clase que se llamaba Vanesa, no me gustaba especialmente, pero cuando pasaba por mi calle yo le echaba una carrera a mi amigo David Quevedo para que ella nos viera. Al volver de la carrera nos cruzábamos y la saludaba. ¡Hola Vanesa! Yo levantaba el brazo y sacaba la lengua fingiendo cansancio. Ese era mi gran momento. ¡Hola Vanesa! ¡uf! Ella también decía hola y sonreía. Era morena, con el pelo largo y liso y los ojos un poco achinados. Iba con su madre de la mano y todavía llevaba el uniforme del colegio. No sé por qué sentía la necesidad de llamar su atención. Cuando no estaba mi amigo David Quevedo me tenía que conformar con tirar piedras o escupir lejos para que me viera. ¡Hola Vanesa! pero no era lo mismo.

lunes, 20 de enero de 2014

¿A NADIE MÁS LE PREOCUPAN ESTAS COSAS?




Me gustaría saber más cosas, me gustaría saber muchas más cosas, más cosas sobre Starbucks y sobre IKEA y sobre Google, más cosas sobre los fabricantes de los coches que me gustan y sobre los fabricantes de neveras y microondas y vitrocerámicas que me alegran la vida y me calientan la leche y la fabada, me gustaría conocer a fondo la vida de los instaladores de aire acondicionado, debe ser maravilloso ser frigorista y manejar un aborcadador Imperial Eastman de los de siempre, quiero saber quién es el padre de Starbucks, quiero decir, que me gustaría conocerlo a fondo, quiero saber si toma café o lo ha dejado porque le empieza a sentar mal y se cuida el cuerpo y sale a correr y ya sólo bebe leche de avena y sirope de ágave, quiero saber cómo ve la vida un hombre así, si tiene vasos de cartón en casa, si tiene pelusilla en el ombligo, si usa gafas, si va correctamente al baño, quiero conocer también al fundador de IKEA, quiero olerle el sudor, ver si tiene el pelo limpio, si tiene capilares rotos en la punta de la nariz por culpa del alcohol que bebe mañana tarde y noche, si la vida le ha dejado la piel suave como una mesa bien lijada y barnizada. Quiero ser amigo de Steve Jobs, subir al cielo, preguntarle y que me explique cómo se le ocurrió hacer ordenadores, y realmente qué pasaba por su cabeza exactamente cuando se cagaba en dios y si aprendió algo en la India, me gustaría estar en las oficinas de Microsoft y ver cómo deciden lo que ocurrirá en el mundo, participar de todo ese tinglado, ver de cerca al que se le ocurrió el Windows Vista. Me gustaría saber más cosas, me gustaría saber muchas más cosas ¿Cuándo le dio a alguien por crear los preservativos Durex? ¿Por qué ese nombre? ¿Hay algo más efímero que un condón o un rollo de papel de cocina? ¿Cómo fue, cómo le vino la idea? ¿Ya de pequeño supo que haría condones? Me gustaría ver cómo mi ropa se fabrica en oriente, cómo llega a Zara y me la venden y cómo llega a H&M y me la venden y Pepe Jeans y Adidas y Onitsuka, ellos tienen el poder sobre mi cuerpo, sobre mi aspecto, por ellos soy considerado un tipo moderno o un tipo así o asá, gracias a ellos me llaman guapo mis amigos en Facebook porque no me pueden ver desnudo y me imaginan guapo. ¿Y cómo será en la cama Amancio Ortega? ¿Y cómo, de qué manera, a qué sabrá su semen? ¿De qué marca son sus camisas? ¿Cuántas camisas tiene? ¿Cuántos barcos? ¿Cuántas lámparas de IKEA tendrá en casa? ¿El fundador de IKEA habrá comprado ropa en Zara? ¿Y el creador de Zara? ¿Habrá comprado sus muebles en IKEA? ¿Ambos tendrán iPads? ¿Beberán café de Starbucks? ¿Serán colegas? ¿Es posible que el creador de Starbucks vaya a IKEA un lunes por la tarde y haga fotos a sus muebles preferidos con su iPhone 5S o su Samsung Galaxy S4 para enseñárselos a su mujer que estará a esas horas comprando alguna prenda básica en H&M? ¿Comprará la gente rica en H&M? Si yo fuera rico le diría a alguien que me eligiera la ropa, que me ofreciera algunas posibilidades a elegir que supiera que me iban a quedar bien, que favorecieran mi aspecto, mi estilo, que fueran conmigo, con mi forma de ser, la ropa creada en Taiwan para alguien de Parla que es único y rico como yo, con una videoconsola Wii y una PS4. Quiero saber muchas más cosas. ¿Los trabajadores de Sony tendrán móviles Xperia o serán usuarios de iPhone o de Samsung? ¿Qué pasa si la familia del creador de IKEA amuebla su casa con muebles de anticuario, con butacas Luis XVI y sillones Chester? ¿Puede el mundo funcionar así sin peligro alguno para la raza humana? ¿Alguna vez dejarán de fabricar la estantería Billy? ¿Y si escribes “Yahoo” en Google alguien se cabrea? ¿Quién decidió inventar la Pepsi? ¿Cómo duerme el químico que ideó la fórmula de Pepsi sabiendo que la Coca Cola sigue ahí? En serio ¿cómo?

jueves, 16 de enero de 2014

POR QUÉ SOY ESCRITOR 2




Pues claro que me falta mucho. Tomo antidepresivos porque no estoy bien. No estoy bien. A la gente le digo que estoy bien pero no estoy bien, ya no voy al psicólogo y me río bastante, salgo de copas, duermo 8 horas, pero eso no significa que esté bien. Al mudarme de Barcelona a Parla dejé de ir al psicólogo. Me gastaba 80 euros semanales. Mi psicólogo se llamaba Walter Lupo. Me lo recomendaron en el centro dermatológico al que iba de vez en cuando. Walter Lupo era argentino. En total me gasté unos 1000 euros. Walter Lupo era especialista en EMDR. Yo no tenía ni idea de qué iba eso. Mira en internet, dijo, así sabrás en qué consiste. Una tarde, en su consulta, vi sobre su maletín un libro de e e cummings, y dije anda, e e cummings, y él dijo sí, me encanta la poesía, y yo dije qué bien, a mí también me gusta, y el dijo ah, y yo dije además también escribo, y él dijo eso está muy bien, y yo dije sí, y él dijo así que escritor, y yo dije sí, y él dijo pues yo toco el piano desde pequeño, y yo dije vaya, y el dijo sí, y yo dije joder, y él dijo siempre me ha gustado la música. La verdad es que al principio Walter Lupo no me caía demasiado bien, pero aquel día le cogí el punto, me abrí a él. La terapia empezó a funcionar. Walter Lupo era un buen tipo. Miré en internet para saber qué era el EMDR. Por lo visto el EMDR es ideal para gente con estrés post traumático. Leo en la wikipedia que el trauma puede ser cualquier hecho que haya tenido un efecto negativo duradero en una persona. No tiene por qué limitarse a víctimas de violaciones, atentados, supervivientes de catástrofes naturales y cosas así. Cuando alguien ve perturbada su paz de espíritu, se ve expuesto a serias consecuencias físicas y psicológicas. Por lo general las causas se encuentran en antiguas experiencias de la vida. Pues bien, esas experiencias son los traumas. Después de un montón de sesiones, El EMDR no obró ningún milagro en mi interior pero al menos me ayudó a desahogarme y a llorar un poco y a perdonar y me ayudo a retomar el contacto con una ex y a entender otros temas de mi infancia que no aparecerán en este blog pero sí en mi novela. La novela. Estoy escribiendo una novela sobre mí. Estoy sacando a la luz todos mis traumas. El caso es que como parece que estoy bien, como hay días que me despierto tranquilo y desayuno tranquilo y hay días que me acuesto la mar de feliz y me sorprendo con la blancura de las sábanas y el calor de la lámpara de la mesita de noche (aunque no tengo mesita de noche), a veces se me olvida tomar la paroxetina cuando debo. La dosis prescrita es de una pastilla cada 24 horas. Si se me olvida tomarla, no pasa nada, cuando me acuerdo me la vuelvo a tomar y listo, nunca he estado más de 36 horas sin mi dosis. Nunca, hasta la otra noche. Llevaba 48 horas sin la pastilla y yo tan ricamente haciendo mi vida normal, mi trabajo normal, mi desayuno normal, mis miradas lascivas normales en el tren de cercanías, yo no sabía que algo me faltaba pero mi cuerpo sí, ay, el cuerpo es listo y a veces habla y a mí empezó a mandarme señales. Después de cenar estaba tumbado en el sofá, leyendo, y me dije, venga, haz unos pocos abdominales, no seas gordo, pero al incorporarme me noté mareado y con dolor de cabeza, qué raro, si estaba perfectamente, y de pronto me acordé, mierda, llevo dos días sin tomar paroxetina, y mierda, ya no me quedan más pastillas, debí haber comprado una caja por la mañana en la farmacia que hay al lado de mi trabajo, pero como siempre me pasa, una vez empiezo a trabajar me olvido de todo, me olvido de mí, me olvido de pedir cita con el dermatólogo, me olvido de hacer una transferencia importante, me olvido de responder las llamadas de mis padres, apenas saco tiempo para mirar el wasap y responder con una sonrisita o un beso con un corazón diminuto, así que me olvidé de comprar la paroxetina. Me levanto del sofá, estoy mareado, me duele la cabeza, me digo, bueno, seguro que aun me queda alguna pastilla por ahí perdida, busco por todas partes, revuelvo cajones y bolsas de aseo, pero no, miro en los bolsillos de los abrigos, miro en viejas maletas, nada, antes guardaba muchos medicamentos caducados, ahora solo encuentro lexatín e ibuprofeno. Me tomo uno de cada por si acaso. Procuro olvidarme de los mareos, me tumbo en la cama y me obligo a dormir, a estas horas ya están todas las farmacias cerradas, no es plan de ir por la noche a comprar antidepresivos de urgencia como si fuera un yonqui, mejor espero a mañana, por unas horas tampoco va a pasar nada. Pero no consigo conciliar el suelo, estoy nervioso, saberme con síndrome de abstinencia o como se llame esto que tengo me pone nervioso, noto como se mueve la habitación, el dolor de cabeza me baja por el cuello, me planteo seriamente salir y buscar una farmacia de guardia, pero son la 1:30 de la madrugada, me da vergüenza, me parece exagerado salir a estas horas por unos mareillos de mierda, esperaré hasta mañana, venga, a dormir, no seas tan gilipollas. Apago la luz e intento dormir. Intento dormir. Me doy la vuelta. Intento dormir. Pienso en lo que tengo que hacer mañana en el trabajo. Intento dormir. Imagino mi maravillosa vida en el futuro. Intento dormir. Pienso que es de gilipollas pasar una mala noche y aguantar unos síntomas por el hecho de que me de vergüenza pedirle antidepresivos a un farmacéutico de guardia a las 2 de la mañana. A la mierda, me visto, cojo las llaves del coche y salgo de casa. Cuando bajo las escaleras del portal tengo la sensación de ser el protagonista de una película de esas donde se ve a un tipo al que se le va poco a poco la cabeza y todo el mundo se da cuenta de que algo falla menos él. Pero yo sí veo que algo falla. Gracias al GPS de mi Samsung Galaxy S4 localizo la única farmacia de guardia que hay en Parla. Sólo tengo que conducir 10 minutos. Cuando llego, todo está apagado, la cruz verde no tiene luz, miro el cartelito que anuncia la farmacia de guardia para esa noche y resulta que es otra. Mierda de Samsung Galaxy S4. Vuelvo a poner el GPS y llego en 3 minutos. La cruz verde de esta farmacia tiene luz, fantástico. Salgo del coche aliviado. Toco el timbre. Mientras espero me pregunto si el farmacéutico querrá venderme el antidepresivo sin receta a las 2 de la madrugada, claro que no veo por qué no, siempre he comprado paroxetina sin receta. Hola, buenas noches, quería una caja de ibuprofeno y otra de paroxetina por favor. Pido el ibuprofeno para disimular. Lo siento pero sin receta no puedo venderte la paroxetina. Joder, ya estamos. ¿Cómo que no? Pero si siempre la compro sin receta, llevo años tomando antidepresivos y nunca me han pedido receta. Pues lo siento, pero sin receta o un informe médico, no te la puedo vender. ¿Y no te vale si te traigo la caja vacía para que veas que estoy tomando esto desde hace tiempo? es que no me queda ninguna y llevo más de 48 horas sin tomar y empiezo a notar los efectos y no puedo dormir. En ese momento soy consciente de que mis palabras suenan como las de un tipo con ciertos problemillas. Me gustaría romper el cristal de un puñetazo y cagarme en su puta madre. Lo siento, pero no puedo vendértela. Pero hombre, que siempre me la han vendido sin receta. Lo siento. ¿Es por la hora? ¿es porque son las 2 de la madrugada y parezco un loco y crees que estás haciendo algo malo si me la vendes? No voy a mezclarlas con nada, simplemente tengo que tomar una, necesito una puta pastilla. Sin informe médico ni receta ya te digo que no puedo vendértela. Muy bien, pues nada, gracias de todos modos, buenas noches. Me vuelvo al coche. No sé por qué he sido amable al despedirme, supongo que mandarle a la mierda no va a lograr que cambie de opinión, pero estoy enfadado, este hijo de puta no me la vende porque no le sale de los cojones. Dentro del coche tengo que tomar una decisión, aguantar hasta el día siguiente y comprar las pastillas en la farmacia que tengo al lado del trabajo o buscar ahora mismo una farmacia de guardia en Madrid. Miro el reloj. 2:10. A la mierda, ya que estoy, voy a probar suerte. No voy a quedarme con este malestar toda la noche solo porque un gilipollas no me quiere vender lo que siempre me han vendido. El Samsung Galaxy S4 vuelve a salvarme la vida, busco en Google Maps farmacias 24 horas en Madrid. Salen pocas, elijo la más cercana, según el maps está a unos 20 minutos en coche. Pues venga. Salgo de Parla y cojo la carretera de Toledo, de ahí la M-40 y luego la Avenida de Andalucía. No puedo evitar reírme al pensar que sobre todo esto escribiré algo, esta experiencia ridícula de conducir a las 2:10 de la madrugada para ir a una farmacia de Madrid donde quieran venderme un antidepresivo sin receta porque tengo miedo de pasar la noche con mareos y dolor de cabeza no sea que los efectos secundarios vayan a más y por la mañana no pueda levantarme de la cama. Uf, mejor no pensar en eso. Conduzco con calma, respeto las señales, sólo faltaba que me detuviera la policía. Al cabo de 25 minutos llego a mi objetivo. Me he equivocado en una calle y he tenido que dar un poco más de vuelta. Pero ya estoy aquí. Me acerco a la ventanilla y toco el timbre. Cuando se acerca el farmacéutico no sé si sonreír o ponerme serio, intento parecer natural y despreocupado, al final ni una cosa ni la otra, saludo, buenas noches, quería una caja de ibuprofeno y otra de paroxetina por favor, procuro poner voz de eh, que no son para mí, que me da igual si me las vendes o no, vivo aquí al lado y me aburría y la vida sigue, sé feliz. Por favor. El farmacéutico no dice nada, se da la vuelta, consulta el ordenador, coge una caja, por favor por favor, vuelve a teclear algo, no veo que haya cogido dos cajas, yo he pedido dos cajas, una de ibuprofeno y otra de paroxetina, aunque el ibuprofeno me da igual, solo veo que lleve una caja en la mano, mierda, se acerca a la ventanilla, son 18 con 65 €, dice, saco un billete de 20 y lo dejo en el cajón, me digo a mí mismo que tranquilo, si no le quedara paroxetina ya lo habría dicho, mete el cambio en el cajón junto a una bolsa que espero contenga la caja de paroxetina. Recojo el cambio y la bolsa pero no la abro, no quiero que me note la ansiedad, le doy las buenas noches y las gracias. Hasta que no llego al coche no abro la bolsa, efectivamente, ahí están el ibuprofeno y la paroxetina, jódete farmacéutico de Parla hijo de puta. De vuelta a Parla, me planteo hacerle una visita al farmacéutico con la sana intención de demostrarle que la paroxetina se vende sin receta y llamarle gilipollas y subnormal e irme corriendo. Aparcaría en otra calle para que no pudiera tomarme la matrícula si le diera por salir. Pero uno de mis propósitos de año nuevo es pensar en positivo, no hablar mal de nadie. Insultar al farmacéutico no estaría bien. No. Definitivamente no. Lo mejor es irse a casa, tomarse la pastilla, relajarse e irse a la cama de una maldita vez, que parezco un loco con el coche a las 3 de la madrugada haciendo 40 kilómetros para comprar unas pastillas. Cuando estoy entrando en Parla, cambio de opinión, a estas horas ya da igual, además, sobre algo hay que escribir ¿no?, así que voy a ver al farmacéutico hijo de puta, dejo el coche en doble fila al doblar la esquina, llamo al timbre, el farmacéutico me reconoce, hola, hola, ¿al final tienes la receta? ¿la receta? mira la receta cabrón, mira, saco la caja de paroxetina de la bolsa y la pego contra  el cristal, mira la puta caja de paroxetina que acaban de venderme sin receta en una farmacia de Madrid, cabrón, sólo quería decirte que eres un gilipollas por no querer venderme esto, adios. Me voy corriendo sin esperar respuesta, le oigo gritar algo, imagino que está diciendo que me den por culo o algo así, pero me da igual. Al llegar a casa, por fin, me tomo la paroxetina con un poco de agua, abro el portátil y escribo esto. Son casi las 5 de la madrugada. Dentro de 3 horas tengo que irme a trabajar, pero aquí estoy. Aquí estoy. Joder. Por eso soy escritor. 

martes, 14 de enero de 2014

POR QUÉ SOY ESCRITOR



Tomo antidepresivos. Concretamente tomo un antidepresivo llamado paroxetina. La paroxetina es un inhibidor de la recaptación de la serotonina. La serotonina es un neurotransmisor que está relacionado con el placer. A más serotonina, más placer te da la vida y las relaciones sexuales. El problema de la paroxetina es que no se puede dejar de golpe ya que tiene efectos secundarios bastante molestos (mareos, dolores de cabeza, etc.). La dosis normal es una pastilla al día. Hay que dejarlo poco a poco, hay que tomar media pastilla, luego un cuarto y luego ya eres libre para deprimirte de nuevo. Otro problema de la paroxetina es que inhibe el deseo sexual y en muchos casos la eyaculación. Es decir, que no te corres aunque quieras. Actualmente llevo 6 meses de tratamiento. Sin embargo lo mío viene de lejos y ya he tomado paroxetina en otras dos ocasiones. La vida es larga y es jodida y psicosomatizo cosas chungas y lloro en la consulta del médico y no puedo dormir y me obsesiono con mi cuerpo y me observo en el espejo por si tengo algo, busco lunares, puntitos, molestias internas, cáncer, sida, hepatitis, taquicardias, amagos de infarto, nada tiene sentido, no sé qué estoy haciendo aquí, soy joven, estoy bueno, estoy triste ¿qué mierdas me pasa doctor?. La primera vez que tomé paroxetina fue en 2005. Sólo la tomé durante 6 meses. Me recuperé rápido, el sol volvió a salir, regresé a las clases de literatura, dejé a mi novia por otra. La segunda vez fue en 2009 y estuve tomándola un año entero y fui al psicólogo y empecé a correr todos los días y mi novia me dejó por otro. Ahora no sé cuándo podré dejar de tomarla, primero hay que ver lo que opina mi psiquiatra, aunque según dice la cosa va para largo. Por suerte, en mi caso, el deseo sexual está a prueba de bombas, lo que sí he notado, sobre todo durante los primeros meses, es lo de la inhibición de la eyaculación, y es que de verdad que al principio era imposible, de verdad, llegaba un punto en que tenía que parar de puro aburrimiento, ¿cómo vas? ¿te falta mucho? y si encima me ponía condón ya es que ni de coña, vamos, en serio, si llegaba a correrme utilizando condón y tomando paroxetina no cabía la menor duda de que estaba locamente enamorado, la amaba, la amaba con toda mi alma, la excitación era máxima, la química orgánica, la física cuántica, la biología molecular y ¿cómo vas? ¿te falta mucho? 

Pero la historia no es esta. Soy escritor por otra cosa, por algo que me ha pasado hoy. Lo contaré mañana. La historia, evidentemente, tiene que ver con la paroxetina :)

lunes, 13 de enero de 2014

PENNINGBLAD














Ikea. Mi revolución empieza en casa. Todos mis muebles son de Ikea, me siento, salto, madrugo, limpio el polvo. Tengo una lámpara de pie Lersta, una lámpara de escritorio Antifoni y una lamaparita Jansjö de color rosa chicle en el dormitorio, tengo una mesa Micke, una silla de oficina Vilgot/Nominell, un sofá KIVIK azul y un reposapiés a juego, tengo 2 cojines Fjälltag, 3 mesas Lack cuadradas, 3 estanterías Expedit, una cama de matrimonio Engan con colchón de muelles Sultan Arestua y somier de láminas Sultan Lödingen, tengo un juego de cubertería Data de 24 piezas, una vajilla Dinera de 18 piezas, 6 vasos Godis, 4 tazas Ikea 365 y una cafetera Uphetta. También tengo sartenes, cacerolas, ensaladeras, mantelitos individuales, escurreplatos, sujetalibros, servilletas, toallas, un cubo, una fregona, una escoba y un recogedor, todos con su Radig Slucka Julfint Klistrig de turno. Ingiero 250 miligramos de amoxicilina 3 veces al día para evitar casi cualquier tipo de infección. 

viernes, 10 de enero de 2014

día 10

Hoy, como casi todas las mañanas, mi cuerpo se despierta cuando quiere. Antes de salir de la cama juego un poco con el móvil, miro noticias, miro el mail, el wasap, me hago una paja viendo youporn, me cuesta dar con el vídeo adecuado, no siempre me apetece lo mismo, pero al final encuentro algo que me recuerda a alguien, eyaculo, me limpio, me desperezo, permanezco unos minutos tumbado, desnudo, miro mi cuerpo, miro el árbol que roza con sus ramas mi ventana, miro el cielo, parece que hoy hará sol y nubes. 

Cuando me incorporo noto la tarima flotante en la planta de mis pies, quiero decir que soy voluntariamente consciente de su tacto, está fresquita, sonrío, meo, pongo música (Pastora) y me ducho. 

Cuando me ducho, me gusta dejar que el agua caiga sobre la nuca durante un rato, no me muevo, simplemente estoy ahí, mi mente piensa cosas, a veces se me ocurren grandes ideas, a veces no, luego me enjabono rápidamente y me aclaro bien. No es bueno utilizar mucho jabón, no es bueno destruir la capa grasa que protege nuestra epidermis de agresiones. Hace varias semanas que me ha dado por ponerme crema hidratante después de la ducha. Que yo sepa, mi piel no nota la diferencia, pero huele bien. 

No desayuno, me visto, miro mi rostro en el espejo, pongo caras,  canto, hago el tonto un rato y salgo de casa. 

Voy a Pinto a ver a Juan. Hace 3 años que montó una óptica y todavía no he ido a verla. Hoy es el día. Cojo el coche, pongo el gps del móvil y en 15 minutos estoy allí. Lo que me cuesta es encontrar aparcamiento. Cuando Juan me ve a través del escaparate me sonríe y me saluda con la mano. Está graduando a una mujer. Parece que todavía no necesita gafas, pero las necesitará, pásate dentro de 6 meses para hacerte una revisión, dice. Cuando se van los clientes nos damos un abrazo y hacemos mmmmmmmmmmmmmm. Sabía que vendrías, dice, ¿ah sí? digo, sí. Mmmmmmmmmmmm. Hablamos un rato, el trabajo, el amor, el futuro inmediato. Voy a dar una charla en la universidad, dice, qué bien, digo, sí tío, dice, joer, seguro que alguien se enamora de ti, digo. 

De vez en cuando entra gente, de vez en cuando suena el teléfono, de vez en cuando hay algún momento de paz. Es mejor que me vaya, estás liado, sólo quería verte un rato y ya. Vale, quedamos la semana que viene para cenar. Ok. 

De vuelta a Parla, me paso por la Biblioteca Municipal para ver a Carlos, pero me dicen que está de vacaciones. Aprovecho e investigo un poco lo que tienen. Cojo "Todo un hombre" de Tom Wolfe, "Un tranvía en SP" de Unai Elorriaga, "Zurita" de Zurita,  y un libro de Mestre que se títula algo de John Lennon. Leo un poco de cada uno. En Zurita descubro 3 poemas que me gustan y 20 que no, los que me gustan hablan de follar, en el libro de Mestre me aburren todos los poemas menos el primero, que en realidad no sé si es un poema del todo, pero no habla de follar. El libro de Tom Wolfe me gusta como empieza. El libro de Unai, que hace años me parecía muy bien escrito, muy bien contado, con gran estilo y eso, esta vez me decepciona, le veo fallos, o al menos, le veo cosas que yo escribiría de otra manera, por lo tanto, veo cosas que yo escribiría mejor.

Hay un momento en la vida de un escritor (siempre que te consideres como tal) en que empiezas a perderle el miedo a los libros, los libros sólo son libros y fueron escritos por pringadillos como tú, si Joyce no te gusta puedes decirlo, no pasa nada, si Dante te aburre es lógico y normal, si Unai Elorriaga escribe así algo que tu escribirías asá, puedes manifestarlo y tomarte una cerveza, puedes escribirlo asá, pues verle por la calle y decirle eh, Unai, así no tío, así no, y darle una palmadita en el hombro. Leo a hombres que son putos genios, y leo a hombres que son putos hombres. Pero ya no olvido nunca que leo a hombres. 

Y casi siempre me decepcionan. 

El día ha continuado sin imprevistos hasta ahora, me he preparado unos espaguetis, he bebido media litrona, he visto una peli y me he echado la siesta. Dentro de un rato he quedado para merendar. Escribo esto completamente a oscuras. Suenan las Variaciones Goldberg. Me llega un wasap. 

miércoles, 8 de enero de 2014

cómo escribir


Escribir sin pensar, ese es el truco, la clave, la manera. Escribir sin pensar demasiado, dándote igual la forma, el estilo, repetir palabras, cometer errores, escribir sin darte ninguna importancia, escribir con la tele encendida o la música bien alta, escribir porque nos lo pasamos bien, teclear como si tocáramos un piano de puta madre, como si lo tocáramos realmente bien, escuchar una moto a lo lejos mientras tecleamos, lo que sea, da igual, el mundo no se va a parar con nosotros, digamos lo que digamos, para llegar a escribir algo con sentido no hay que pensar, eso, que más o menos ya lo sabía, acabo de verlo como una revelación esta mañana en el tren. Siempre, más o menos, lo he sabido, pero desde que empecé a escribir la novela, esa novela, esas 55.000 palabras que llevo de prosa que no sé por dónde va, ni para qué, desde que empecé, no he podido escribir bien, he escrito trocitos de algo que empieza y acaba sin ir mucho más allá, he escrito queriendo escribir bien, he escrito pensando en una gran novela, y ese es el error. No me he atrevido a dejarme ir como loco, cuando lo que hay que hacer es dejarse ir como loco, escribir como loco, soltarlo como loco, sin pensar, sin corregir, sin borrar, sin revivir, sin retocar, escribir a pelo, en crudo, rodar con lo escrito hasta no se sabe dónde. Ése es un buen truco. Disfrutar del simple tac tac del ordenador como hago yo esta noche, con el cuerpo limpio y el pelo húmedo, con la ventana del salón un poco abierta para que entre el aire, con luces pequeñas que iluminan los libros, los rincones, mi sofá, con mi móvil que me avisa si me escriben wasaps, con un libro de Ellroy a medio leer, con unos auriculares, con una planta que no muere aunque la deje sin regar una semana, miro mis pies, siento el calor de mi culo en el sofá, oigo los coches a lo lejos, como el oleaje, el sonido del tráfico no tiene por qué ser feo, si lo oyes un poco de lejos es como estar de vacaciones en una urbanización blanca de Almería, y se oye el mar de fondo, y bebes cerveza por la noche, y te echas unas siestas descomunales, y engordas y vives bien el verano, como un hombre confuso que no sabe qué hacer si no trabaja, un hombre que ve la tele para no mirarse a sí mismo, que bebe y come y se pone al sol igual que el resto y se abanica. Abanicarse es vivir, ver la tele es vivir, escribir es vivir. Yo, por lo menos yo, solo escribo de lo que vivo, lo que veo, la chica de 22 años sentada frente a mí en el metro, con las uñas perfectas, sin cutículas, limpias, redondas, manos ágiles con el móvil, sonrisa con dientes de ir mucho al dentista y cepillárselos bien tres veces al día, una chica simpática que contesta cuando un desconocido le pregunta algo, contesta y sonríe en lugar de mandarlo a la mierda. Trabaja de camarera, viste moderno, con gusto, tiene el pelo largo, castaño claro, recogido con una coleta, los labios rojos pero no recién pintados, es una chica guapa y natural, desenfadada, yo estoy sentado en frente y la miro, pienso en lo que sentiría si me acercara y pudiera olerla, si fuera mi novia, o al menos si fuera mi amante por un par de noches, la chica del metro de 22 años que nunca volveré a ver, se baja una estación antes que yo, mierda, ya estaba imaginándome que se bajaría en Sol, y que a lo mejor coincidíamos y nos montábamos en el mismo tren de cercanías, y yo me sentaba de nuevo frente a ella, y miraba sus labios y sus manos que seguirían con el móvil, sus uñas de no haber roto un plato, su piel de no haber tomado el sol, y le diría algo como quien no quiere la cosa, algo que no me dejara por tonto, que no se notara que voy a lo mismo que los demás, hola guapa como te llamas y chorradas así que nunca funcionan, pero de algún modo hay que acercarse, cómo si no, llegaremos a follar, en esta vida. El viaje es corto, de Madrid a Parla hay un suspiro y habría que darse prisa en hablar y parecer un hombre interesante, deseable, agradable, plausible, follable, pero ella se baja una estación antes de Sol, miro su culo descaradamente, no es la primera vez que un culo me sorprende para mal, pero con esta chica de 22 años no se da el caso. Su culo tampoco ha roto nunca un plato. Escribir así tal vez no sea escribir genial, tal vez no sea escribir Capote, ni Kerouac, ni escribir no sé Cervantes, tal vez sea una escritura de periódico de provincias, una escritura de bolsa de supermercado, de barra de pan, de kilo de tomates, una escritura de estar aquí en mi casa y escribir lo que se me pone en la punta, porque no se trata de triunfar, se trata de pasarlo bien haciendo ruido con las teclas, se trata de expresar lo que haya que expresar, esa comunicación que tal vez sirva para algo, esa comunicación que tal vez no sirva para algo. Estar aquí, vivir, ponerlo por escrito. Y ya. 

lunes, 6 de enero de 2014

día 6

Me despierto a las 12:00 
salgo de la cama tambaleándome, 
meo, sacudo, me rasco, 
voy al salón, 
todo está hecho un desastre, ropa sucia por ahí tirada, libros, polvo, pelos de gata (ay mi gata), 
la mesa de cristal tiene mierda incrustada, 
la mesa de conglomerado también, 

decido que hay que desayunar, 

me preparo un zumo con 7 naranjas algo pasadas, me siento en el sofá, me tapo con una manta blanca y bebo mi zumo mientras ojeo las Poesías Completas de Vicente Aleixandre sin mucho interés, anoche creí ver algo de luz en sus poemas, pero anoche no es esta mañana (quiero dejarme barba moderna).

Después del zumo, miro a mi alrededor y asumo que el salón está fatal, da asco, no puedo concentrarme así, voy a la cocina a prepararme un café, pero no, decido que antes tengo que organizar el salón o me dará un ictus, un yuyu, algo malo con tantas cosas en mi vida no alineadas, no limpias, no en su sitio. Así que limpio el polvo con limpiacristales y una camiseta sucia, limpio la mesa de cristal, la pantalla del portátil, el sofá que todavía tiene huellas de gata (ay mi gata), vuelvo a colocar en las estanterías los 53 libros que tenía danzando por ahí, las 5 revistas, los papelotes de la Mutua, las fotocopias de un libro descatalogado de Loriga. 

Cuando todo está limpio, la mopa pasada y las persianas subidas con la luz del mundo al 100% en mi salón, meto una lavadora con la ropa que tendí ayer y que se mojó con la lluvia y preparo café, me ducho, miro de nuevo a mi alrededor, abro la nevera y venzo la tentación de terminarme las palmeritas de chocolate y el Roscón de Reyes. Sólo café y leche de arroz y un poco de jamón serrano con pan y aceite. 

Este es mi día 6 por la mañana. 
Esta es mi vida plena.

jueves, 2 de enero de 2014

Lista de propósitos para este año

Me he propuesto:

-Hacer 100 abdominales cada día
-Tomar menos azúcar (y menos alimentos con azúcar)
-Dejar de beber refrescos definitivamente
-Beber muchísimo menos alcohol, es decir, menos cerveza
-Salir a correr como poco 2 veces por semana
-Escribir a diario, aunque sea una simple frase
-Dormir 8 horas, y no menos
-No enamorarme fácilmente
-Agradecer lo que tengo cada día antes de salir de la cama
-Visualizar los objetivos que quiero alcanzar por la mañana al despertarme y por la noche antes de dormir
-Sonreír el 50% del día
-No juzgar a nadie, no hablar mal de nadie
-Dejar el café
-Decir siempre la verdad o callarme como una perra
-Aprender a invertir en bolsa
-Aprender a escribir y a enseñar a escribir
-Desarrollar mi propia web
-Y otras cosas que no puedo decir en público

  AMÉN