todavía no he vuelto, pero estoy cerca, quiero decir, que no tengo internet en casa, pensé que podría llevarlo bien, un ser humano que come y bebe y hace ruidos con el cuerpo, ñam ñam, glup glup, ras ras, pero desde que no tengo internet en casa no escribo casi nada en este blog, y este blog ha sido y es mi campo de pruebas, la casi única razón por la que escribo libros, porque primero me apetece sacar cosas y comunicarlas, tú que me lees en esa capital de provincias o ese pueblo o esa biblioteca pública, primero decir hola y cómo estoy y dejarlo escrito en el blog. Sin internet no tengo una razón clara, no hay una utilidad. Quería ahorrar algo de dinero ya que tengo un plan descabellado en el futuro, pero veo que no tener internet implica no escribir, o escribir menos, o escribir peor, por lo que, al igual que hice con el portátil (gastarme 1.049 €) lo haré con las redes inalámbricas. Escribir es más importante que 30 € al mes, que es lo que me dejo cada semana en el quiropráctico.
Dicho esto, veamos. Estoy en Starbucks. Me he gastado 5€ en café y galleta. Ya no me gusta Starbucks, pero sigo viniendo, no me gusta porque pago 780€ de alquiler y la vida no está para estos gastos. Hay wifi. Límite de tiempo: 45 mins. ¿cuánto llevo? Por favor, avisadme antes de que se acabe para poder actualizar.
Lo que quiero decir, hoy, ahora, como un dios cualquiera, es que estoy aquí, escribo, pero ya no sé sobre qué escribir. Desde el 2006, año en el que considero que ya empecé a escribir con algo de seriedad, hasta ahora, han pasado 6 años. Miro atrás, veo los 3 libros escritos y otro que estoy terminando, o medio terminando. Veo y leo y digo mmmmmm, Confesiones de un soltero autopoético era un libro de portada poco acertada, unas pollas con alas, cosa del editor, no mía, en él estaban esas cosas de la adolescencia a los 25 años, esas preocupaciones propias, los cafés, los portátiles, las camisetas con estampados, los catálogos de Ikea, la Teoría de la Literatura, follar, follar, follar, mis primeras experiencias con los antidepresivos, algo de porno, miedo siempre, instrucciones para ser escritor, instrucciones para que la gente me dejara en paz, la tele, el aburrimiento, Madrid.
El segundo libro, Alguien que sea yo, cuyo título es de Arturo, no mío, tenía ese paso adelante que nos da el cumplir años y cambiar de ciudad. Me fui a Alicante, volví a meterme antidepresivos, seguía habiendo sexo pero ya algo menos, pasamos a las preocupaciones acerca de nuestro consumo desaforado, meterme dentro de mí, quién soy, qué soy, por qué necesito ponerme esta bufanda, por qué mi exnovia necesita viajar como el que se pone otra tirita, Andy Warhol, la hipocondría, las marcas, los productos, en general las cosas que cogemos con las manos, las cosas que golpeamos con los pies, lo que toca nuestro cuerpo, lo que penetra nuestra vista, era como una profundidad del yo a través de la superficie de las cosas. Vale.
Durante estos años se iba escribiendo casi solo, casi sin pensarlo, un proyecto: Un ojo izquierdo llamado Danilo T. Brown. Libro que rematé hace pocos meses y que saldrá en septiembre de este año, 2012, en una editorial que dará que hablar según se vaya haciendo grande: Lupercalia (en esta editorial está publicado Carrefour es el Anticristo, un libro de poesía con dos cojones único en su especie). Bueno, este libro es algo más neutro, como un paso al lado, este libro es el mundo visto de manera poética (pero lo poético como yo lo entiendo, no como lo entiende mi abuela o una niña de 15 años). Aquí ya nos dejamos un poco de lado los Starbucks, los Ikeas, pero solo un poco, y propongo un juego sobre el mundo que vemos, la forma de mirar que es radicalmente diferente entre un poeta y un no poeta, pongamos, un presidente del gobierno. Si tu ojo izquierdo se llamara Danilo T. Brown y tuviera vida propia, ¿cómo verías el mundo a través de él? ¿cual es la diferencia entre el ojo derecho, pongamos, el ojo de un presidente del gobierno, y el izquierdo que se llama Danilo T. Brown? Dice Marina, una amiga de Málaga, que es el que más le gusta de los tres. Dice Manuela, una "ex amiga" de Brasil, que es el que menos le gusta de los tres. Yo simplemente digo que como este libro no hay nada publicado actualmente.
Ahora, en Barcelona, estoy dándole vueltas al cuarto libro. Que no acierto a titular, le he puesto ya 3 títulos diferentes, lo he dado por terminado 4 veces y en realidad ninguna. Quiero que sea lo mejor escrito hasta la fecha, pero estoy seco. Después de todo, ahora estoy en un punto de introspección que me lleva a parecerme al actual Roger Wolfe, un tipo con garra en el pasado, pero desde que se ha formalizado, sus poemas han dejado de palpitar y sangrar. Yo siento lo mismo. Además de que no puedo seguir con los mismos temas, los temas de las cosas que se compran y se usan, que ya le he dado muchas vueltas. Después de mis dos años por Málaga intentando ser un hombre, intentando ser alguien con pareja estable y tener hijos, he escrito sobre la formalidad, sobre la administración de empresas, creo que me he ido confundiendo. Yo seré un puto crío hasta que me muera, no tendré hijos (eso dice Arturo), no tendré novia formal (eso dice Arturo) y lo que tengo que hacer es salir y emborracharme y que me suban las transaminasas y estar a punto de caer para que, por fin, salga de aquí la tragedia del día a día que me trascienda, ya sea un cuchillo, una silla rota, o un osito de peluche.
Por ahora investigo sobre mi infancia. Veremos que saco en claro.